El cardiólogo de HLA Montpellier, Jorge Melero, aborda las claves sobre esta enfermedad crónica

Jorge Melero, cardiólogo de HLA Centro Médico Zaragoza
Jorge Melero, cardiólogo de HLA Centro Médico Zaragoza


17 may. 2024 13:30H
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El 17 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Hipertensión Arterial, una fecha que pretende crear conciencia sobre este factor de riesgo significativo para las enfermedades cardiovasculares, los accidentes cerebrovasculares y otras complicaciones de salud graves. Con este día, se fomenta la educación sobre la importancia de controlar la presión arterial, adoptar hábitos de vida saludables y buscar atención médica para prevenir los problemas de salud graves derivados de la hipertensión.

La hipertensión arterial es uno de los problemas de salud pública más acuciantes en los países desarrollados y, según las previsiones de la Organización Mundial de la Salud, las cifras de las personas que la padezcan seguirán creciendo exponencialmente salvo que la población sea consciente de llevar unos buenos hábitos saludables. “La hipertensión arterial es una enfermedad crónica que supone un factor de riesgo cardiovascular, consistente en la elevación de las cifras de presión arterial por encima de los valores normales. En la mayoría de los casos se trata de una hipertensión esencial o primaria, sin causa reconocible, si bien en algunos casos puede producirse de forma secundaria a otros procesos, que conviene descartar ante el diagnóstico de hipertensión arterial”, explica Jorge Melero, cardiólogo de HLA Centro Médico Zaragoza.

La prevalencia actual en España de la hipertensión (personas que tienen una presión arterial de 140/90mmHg o superior) se estima entre tres y cuatro personas de cada diez según datos de la Revista Española de Cardiología. Un promedio que aumenta con la edad, de forma que a partir de los 65 años la cifra se eleva hasta un 60 por ciento. “Consideramos que existe hipertensión arterial cuando la presión arterial sistólica está por encima de 130 mmHg o la diastólica por encima de 85 mmHg. Por debajo de 120 mmHg de presión sistólica y por debajo de 80 mmHg, consideramos que las cifras de presión arterial son óptimas”, indica el especialista.

La hipertensión, cuando no se controla adecuadamente, puede tener repercusión sobre diferentes órganos. “A nivel cardiológico, la cardiopatía hipertensiva supone varios cambios estructurales adversos, como una mayor hipertrofia ventricular. Además, la hipertensión mal controlada está muy relacionada con el desarrollo de eventos cardiovasculares, como infartos de miocardio o ictus. Por tanto, es fundamental diagnosticarla y tratarla de forma temprana”, señala Melero.


Factores de riesgo cardiovascular


Es muy importante controlar el resto de los factores cardiovasculares que puedan existir, como el sobrepeso y el sedentarismo, fomentando y combatiéndolo a través del ejercicio físico. También es importante limitar el consumo de sal y de alcohol, eliminar el tabaco, además de seguir una dieta variada, controlando el colesterol. “Al tratarse de una enfermedad crónica, es importante implicar a los pacientes en el control de su presión arterial para que estos realicen mediciones periódicas y acudan a un especialista ante un mal control en varias determinaciones, con el fin de poder ajustar el tratamiento farmacológico”, explica el cardiólogo.

Acudir a un especialista es esencial para recibir un diagnóstico preciso, evaluar el riesgo cardiovascular, recibir un tratamiento personalizado y obtener un seguimiento a largo plazo para garantizar la salud cardiovascular óptima. “El cardiólogo es una parte importante en el manejo de este proceso. A través de algunas de nuestras pruebas, como el electrocardiograma o el ecocardiograma, podemos valorar la repercusión de la hipertensión arterial sobre el corazón. Además, participamos en el estudio de la hipertensión secundaria y en el control farmacológico de la presión arterial”, recalca el especialista.

“En HLA Centro Médico Zaragoza intentamos realizar una atención cardiológica integral, muy orientada a la prevención de los eventos cardiovasculares y por tanto haciendo hincapié en el control de los factores de riesgo cardiovascular, tanto farmacológico cuando es preciso como reforzando hábitos de vida saludables”, concluye Melero.
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