El
zumo de frutas no ofrece beneficios nutricionales a
bebés menores de un año y debe evitarse su consumo. Así de clara se ha manifestado la
Academia Americana de Pediatría en un
documento de consenso que evalúa la influencia de esta bebida en niños de hasta 18 años.
El consumo de zumos de frutas en bebés y niños pequeños puede estar asociado a
diarreas, flatulencias,
caries (por su contenido en azúcar) y hasta
malnutrición, por lo que la Academia recomienda al pediatra medir este consumo cuando tengan alguno de estos casos. En general, no debe utilizarse como sustitutivo de la
leche materna (o de vaca), pues estas contienen nutrientes que no se encuentran en el zumo, como
proteínas, fibra, grasas, etc.
Además, se recomienda evitar el uso de botes fácilmente transportables (algunos con taza acoplada incluida), con los que el niño puede
acostumbrarse a tomar zumo a todas horas. Tampoco se les debe dejar en la cama con uno de estos objetos y darle zumo antes de dormir o como método para calmar al niño alterado. Igualmente, no es recomendable darlo durante las comidas.
El zumo, concluyen los pediatras,
no tiene un papel esencial en las dietas equilibradas de bebés y niños, y tampoco es igual que el consumo de fruta sólida. De hecho, los pediatras deben promover activamente el consumo de fruta en lugar de zumo, y limitar esta bebida a la mitad de la cantidad de fruta recomendada.
En niños de 1 a 3 años, la cantidad recomendada es, como mucho, de 118 mililitros diarios. Entre los 4 y los 6 años, el documento establece un máximo de 177 ml/día, y entre los 7 y los 18 años el consumo debe limitarse a 236 ml/día.
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