Pablo Irimia, vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
Varón de más de 50 años con factores de riesgo cardiovascular marca el perfil idóneo para sufrir
enfermedades del cerebro en las siguientes décadas de la vida.
O al menos ése resultaría el modelo más proclive
a reflejar alteraciones vasculares y cognitivas (o ambas) en un examen práctico como el que promueve, esta semana en ciudades de toda España, la
Sociedad Española de Neurología (SEN) y la
Fundación del Cerebro, según ha explicado a Redacción Médica uno de los vocales de la primera,
el neurólogo Pablo Irimia.
Quienes cumplan con ese ‘retrato-robot’ son, por lo tanto, candidatos a sufrir enfermedades que afectan al principal órgano del sistema nervioso desde el punto de vista de su irrigación sanguínea, es decir,
accidentes cerebrovasculares como el ictus.
Riesgo vascular y deterioro cognitivo
Por eso las mediciones que se llevan a cabo en autobuses a los ciudadanos,
en el contexto de la Semana del Cerebro, se fijan en esas dos variables: el riesgo vascular y el de deterioro cognitivo. En tanto este último se detecta a partir de test de memoria y, por lo general, aparece a edades más avanzadas todavía, para el primero se opta por
delimitar el estado de la arteria carótida y vertebral, en la zona del cuello, ya que resulta fácil de medir y el resultado es
extrapolable a otros vasos del organismo.
“Se mide la presencia de placas de ateroma y el llamado calibre íntima-media carotídea, marcador asociado al riesgo cardiovascular indicativo de la posibilidad de sufrir un ictus o bien un infarto agudo de miocardio”, corrobora Irimia a este periódico.
En función, pues, de que el ciudadano sea hombre o mujer, de su edad y de los factores de riesgo vasculares como la hipertensión arterial, la obesidad, el colesterol, el tabaquismo o la diabetes, así como de la prueba específica de la carótida y los test de memoria, los especialistas que recorren esta semana el país
entregan al ciudadano una ‘tarjeta cerebrosaludable’ que incluye “recomendaciones personalizadas, probabilidades de riesgo de padecer accidentes cerebrovasculares y una orientación general para prevenirlos”.
Cómo prevenir la enfermedad cerebrovascular
“Se trata de prevenir estas enfermedades, de concienciar a los ciudadanos sobre su importancia pero también de instruirlos acerca de qué tipo de patologías atañen a los neurólogos”, ha añadido.
En cuanto a qué puede un ciudadano de a pie hacer por su salud cerebral, en general se sabe que promover una serie de actividades lo protegerán de la enfermedad neurológica o al menos reducirán el riesgo de padecerla, entre otras “dormir, evitar el consumo de sustancias tóxicas como el tabaco, el alcohol o las drogas; favorecer hábitos y
estilos de vida que no predispongan a la obesidad, la hipercolesterolemia, la diabetes o la hipertensión arterial, y, por último, estimular el intelecto y la vida social, acciones que han probado su beneficio para el cerebro”.
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