Según un estudio en ancianos supervivientes del tsunami que asoló Japón en 2011

Los mayores que sufren una catástrofe tienen más riesgo de demencia
Trasladarles a refugios temporales puede acelerar el deterioro cognitivo.


26 oct. 2016 10:50H
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POR REDACCIÓN
Los mayores de 65 años que sobreviven a un desastre natural se enfrentan a la ausencia de cuidados médicos, a la pérdida de familiares, amigos y hogares y al aislamiento social, lo que repercute en su salud mental, según ha mostrado un estudio en el que se han analizado a más de 3.500 ancianos supervivientes del tsunami y el terrmoto que asolaron Japón en marzo de 2011.

“Trasladar a los mayores a refugios temporales después de una catástrofe puede tener efectos no deseados porque no los se separa solo de su hogares, sino que también se los separa de sus barrios, y esto puede acelerar el deterioro cognitivo”, ha explicado el autor principal del trabajo e investigador en el Harvard T.H. Chan School (Estados Unidos), Hiroyuki Hikichi.

Para llevar a cabo el trabajo, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences y recogido por la plataforma Sinc, los investigadores, en colaboración con científicos japoneses, realizaron un experimento con un grupo de mayores residentes en la ciudad costera de Iwanuma, situada a unos 80 kilómetros al oeste del epicentro del terremoto, donde más de la mitad del área terrestre quedó inundada tras el maremoto.

De los 3.566 supervivientes del tsunami de 65 años o más (los que fueron capaces de permanecer en sus casas y los que tuvieron que abandonarlas), el 38 por ciento aseguró haber perdido familiares y amigos, y el 58,9 por ciento sufrió daños materiales.

Asimismo, la prevalencia de accidentes cardiovasculares se incrementó de 2,8 por ciento a 6,5 por ciento, así como la de hipertensión (de 54 a 57,2 por ciento). El porcentaje de personas que dejaron de interactuar con sus vecinos se duplicó, pasando de 1,5 por ciento a 2,9 por ciento.

Finalmente, según el trabajo, las personas que fueron alojadas en casas temporales de acogida después de perder sus hogares fueron las que mayor declive cognitivo experimentaron, lo que se reflejó en depresión y disminución de las interacciones sociales entre amigos y familiares. Por el contrario, el estudio ha mostrado que la pérdida de familiares y amigos no tuvo consecuencias en sus habilidades cognitivas.
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