Julia Barroso, jefa de Medicina del Hospital de Txagorritxu repasa cómo se abordaron los primeros contagios

"El Covid es el virus de las sensaciones; todas estaban a flor de piel"
Julia Barroso, jefa de Medicina del Hospital de Txagorritxu.


14 mar. 2021 11:00H
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"Ya sabíamos que el virus estaba circulando libremente por la ciudad y se tenía que cerrar. El confinamiento era necesario". Con esta crudeza explica Julia Barroso, jefa de sección del Servicio de Medicina Interna del Hospital de Txagorritxu (Vitoria), cómo vivió la declaración el Estado de Alarma hace un año. La pesadilla para ella y sus compañeros, sin embargo, había empezado días atrás, cuando una compañera se infectó del nuevo coronavirus. Y es que el 28 de febrero de 2020, el Departamento de Salud de Gobierno Vasco anunció los primeros casos en Euskadi.

"El primer caso de País Vasco fue una compañera nuestra del Servicio de Medicina Interna. Fue el peor escenario posible porque el servicio se estaba preparando en esos momentos para atender a los pacientes Covid", recuerda Barroso. En Vitoria, se había establecido que el HUA fuera el centro de referencia para atender a los casos de Covid-19, "concretamente la sede de Txagorritxu", especifica la especialista.

Esos días, recuerda, se estaban elaborando los primeros protocolos y programando cursos para enseñar a los profesionales a ponerse un EPI sin riesgo. "De hecho, se iba a empezar la primera semana de marzo", rememora Barroso. Sin embargo, la Covid-19 ya estaba presente en el hospital. "Cuando salta el primer positivo, nos produjo una sensación de confusión, de no saber qué está pasando y qué va a ocurrir", recuerda un año después la médica. 

"En aquel momento todos pensábamos que era más parecido a una gripe. Sabíamos que iba a afectar a más gente porque no tenemos inmunidad, pero estábamos tranquilos. Pensábamos que serían pocos casos y no lo que ha sido y lo que es", admite la facultativa.

El servicio de Interna, confinado por Covid


A los pocos días de enterarse del contagio de su compañera, recuerda Barroso, otros dos colegas dieron positivo. "En Vitoria hay dos hospitales separados por tres kilómetros, lo que permite a Medicina Interna estar representada en ambos centros y los médicos podemos estar en un sitio u otro. Ese fin de semana, cuando se confirmaron estos dos nuevos contagios, todo el servicio nos tuvimos que ir a casa y confinarnos", rememora.


"Nos íbamos adaptando la situación, aprendiendo con cada caso, haciendo webinars y leyendo lo que salía publicado"


Los 24 médicos del servicio, explica Barroso, se tuvieron que encerrar en casa, por lo que "los pacientes se quedaron sin médicos que los atendieran". Esta situación obligó al hospital a reorganizarse "y otros compañeros de otras especialidades médicas tuvieron que hacerse cargo de ellos", rememora la doctora, que advierte que fueron ellos quienes comenzaron a atender los primeros casos de Covid-19 que llegaron al Hospital de Txagorritxu. 

Tampoco tuvieron mucho tiempo para recomponerse, ya que pasados unos nueve días, y tras una PCR negativa, volvieron al hospital. "Cuando nos fuimos recuperando fue el boom de la pandemia, los casos subían de forma exponencial y nos íbamos adaptando la situación, aprendiendo con cada caso, haciendo webinars y leyendo lo que salía publicado", enumera Barroso.

"Tuvimos que empezar a ver pacientes, cada día había más y lo único que queríamos es que cerraran, estábamos deseando que hubiera un confinamiento", reconoce la médica, que sintiió cierto alivio ante el anuncio de Pedro Sánchez porque "en Vitoria coincidieron varios eventos, con gran cantidad de contagios y eso se tenía que parar". 

Lecciones del Covid-19 un año después


Un año después, las lecciones que han aprendido los profesionales son incuantificables. "Estamos mucho más tranquilos porque ya sabemos cómo se comporta el virus. Sabemos que hay determinados fármacos que dábamos que ya no sirven y sabemos cuando utilizar los corticoides", ejemplifica la médica.

Además, la tensión ahora es menor. "Ahora estamos más tranquilos, en esos momentos teníamos más confusión" recuerda Barroso, que destaca como única certeza entonces el impacto que tenía el coronavirus sobre las personas más mayores y vulnerables. 


"Hemos tenido miedo a contagiarnos y a contagiar, a no saber qué es lo que pasaba con los pacientes, si lo estábamos haciendo bien o no"


"Me gusta llamarle el virus de las sensaciones, porque han sido muchas e intensas", reconoce la doctora, que junto a sus compañeros hizo frente a la "incertidumbre" que provocaba un virus nuevo. "Hemos tenido miedo a contagiarnos y a contagiar, a no saber qué es lo que pasaba con los pacientes, si lo estábamos haciendo bien o no. Todo estaba a flor de piel", rememora Barroso desde el hospital que plantó cara al Covid-19 cuando todavía no acaparaba grandes titulares.

También, destaca, "había sensaciones positivas, que son muy importantes y duraderas". "Son el compañerismo, el ir todos a una, hacer equipo para poder atender a todos los pacientes. Esa solidaridad no se nos va a olvidar nunca, fue algo muy bonito", recuerda emocionada la facultativa, que considera que la vacuna "es el principio del fin" de esta pesadilla. 

"Cuando me dieron la fecha de la vacuna fue un gran día, fui muy feliz", confiesa la doctora, una "defensora absoluta de la vacuna", frente a la que "no hay que tener miedo". "Se está demostrando, con los datos de Israel y lo que estamos viendo con los pacientes de residencias, que reduce el número de positivos e ingresos", resalta esperanzada.

"Yo espero que, en un año, estemos todos en la calle sin mascarilla y empecemos a tener una vida normal", confía la médica, aunque advierte que la mascarilla ha llegado a los hospitales "para quedarse".



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