José Abellán, Eva Moya y Enrique Rodilla.
La
Sociedad Europea de Hipertensión actualizó en julio de 2023 su guía de práctica clínica para el manejo de paciente con hipertensión arterial (
HTA). El documento, respaldado por la
Asociación Renal Europea y la
Sociedad Internacional de Hipertensión, no introduce grandes cambios con respecto a su versión previa, a pesar de lo cual da lugar a diversas reflexiones útiles para su aplicación en
Medicina Interna: la acotación de la lesión de órgano diana y la necesidad de un enfoque más práctico.
Moderados por el internista
José Abellán Alemán, del servicio de Medicina Interna del Hospital de Murcia, dos expertos analizaron las claves de las nuevas guías de HTA en la primera de las mesas enmarcadas en la
XX Reunión de Riesgo Vascular de la Sociedad Española de Medicina Interna (
SEMI) que se celebra desde este jueves en Málaga, a saber,
Enrique Rodilla Sala, del Hospital de Sagunto, en Valencia; y
Eva Moya Mateo, del servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Infanta Leonor, de Madrid.
“La definición de la
lesión de órgano diana subclínica sigue siendo importantísimo en las nuevas guías, un gran faro de cómo guiar el tratamiento”, ha destacado Rodilla, encargado de radiografiar los cambios introducidos en la guía europea de HTA.
El internista ha remarcado el gran pero del documento actualizado en 2023: “Las guías son
excesivamente extensas”, ha dicho, al respecto de lo cual ha recordado que, fruto de ello, “en breve” va a ver la luz un resumen “de apenas diez figuras” que “pretende ser un compendio de todas las recomendaciones”.
Modelos para medir los riesgos de hipertensión arterial
Por su parte, Moya ha analizado los diferentes criterios a la hora de evaluar los
riesgos cardiovasculares entre, principalmente, el modelo europeo y el norteamericano. Según la experta, a pesar de que en ambos casos existen “aspectos básicos” que se comparten como la edad, el sexto, el consumo de tabaco y el padecimiento o no de
diabetes o alguna patología cardiovascular, cada modelo difiere en puntos como los puntos de cohorte para emitir diagnósticos.
“El hecho de fumar o ser diabético es algo que te estandariza directamente como paciente de alto riesgo, pero, en el caso de personas sanas, su posible
hipertensión depende de circunstancias muy variadas como el hecho de tener una enfermedad que te inflama las articulaciones o de padecer
VIH”, ha indicado.
Es en esos aspectos en los que las guías establecen sus propios criterios -con el ala norteamericana usando el
Estudio de Framingham y la europea, el Score2- algo que, para Moya, responde a la lógica: “A la hora de evaluar el riesgo vascular, lo mejor es que se usen criterios adaptados al entorno en el que vive cada persona, que, por otro lado, siempre va a tener sus propias características y particularidades genéticas”. La internista ha reconocido que cada modelo tiene sus pros y sus contras, pero que, en definitiva, los cambios para evaluar riesgos son presentan diferencias abismales.
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