Pfizer da carpetazo a su negocio de vacunas en China

Eduardo Ortega Socorro. Madrid
Las relaciones de China con las multinacionales son complejas. El entramado regulatorio y burocrático, así como las medidas de seguridad (tanto físicas como legales) que es necesario poner en marcha en este territorio, provocan que las compañías no logren tanta penetración como en otros países, a pesar de que se trata de uno de los mercados con mayor potencial del mundo, sobre todo en el ámbito de los medicamentos.

Ian Read, CEO de Pfizer.

Es en este contexto en el que Pfizer se ve obligada su negocio de vacunas, una decisión que se ha visto motivada finalmente por el cumplimiento de la caducidad (sin renovación) de la licencia de importación de su antígeno Prevenar 7.

De hecho, las operaciones comerciales de este ala de la compañía ya se han parado en el gigante asiático, como ha asegurado a Reuters una de sus portavoces, Trupti Wagh: “Sobre la base de una evaluación cuidadosa de esta situación, hemos decidido dejar de nuestras vacunas operaciones comerciales en China en este momento, con efecto inmediato”.

Dicha decisión afecta a 200 de los 9.000 trabajadores de Pfizer en el país, aunque la compañía intentará buscarles un hueco dentro de la organización. Con todo, la ‘clausura’ del negocio de vacunas no afectará al resto de las operaciones comerciales de Pfizer, desde donde se asegura que a pesar de lo ocurrido esperan poder comercializar en el futuro Prevenar 13 en China.

Y es que no en vano, el chino es ya el segundo mercado farmacéutico del mundo, uno al que las compañías no pueden renunciar tan fácilmente. Y va a más. Solo en los últimos tres años, ha crecido un 15 por ciento, según datos de IMS, y en 2018 podría tener un valor de hasta 185.000 millones de dólares. La clave para estos crecimientos serán las mejoras de las infraestructuras sanitarias, el incremento en el acceso a los medicamentos y el aumento de los hospitales privados.

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