José María Moraleda, hematólogo del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca.
La terapia celular volvió a ser protagonista del Congreso Anual de la
Asociación Americana de Hematología, tal y como se ha puesto de manifiesto en la reunión nacional de conclusiones, organizada por la
Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia. “Las nuevas técnicas de edición génica permitirán hacer CAR-T más sofisticados, sin dañar el ADN”, explica
José María Moraleda, del Hospital Universitario
Virgen de la Arrixaca, en Murcia. Más concretamente, “la edición de bases, diseñada con técnicas de
Crispr-Cas9, nos permite utilizar
linfocitos T de un donante (CAR-T alogénico) en pacientes con leucemias y linfomas hasta ahora incurables, evitando que el
sistema inmunitario del paciente receptor los ataque”.
Junto con las nuevas técnicas de edición génica, que propiciarán y acelerarán el desarrollo de la
terapia CAR-T alogénica, ASH 2022 ha mostrado al mundo cómo “se está logrando acortar el tiempo de manufactura de los CAR-T, hasta ahora excesivo”, destaca el experto. También “se ha consolidado la utilización de esta inmunoterapia adoptiva en
líneas menos avanzadas de la enfermedad, especialmente en linfomas y mielomas”, añade. Por último, “se empiezan a descubrir factores predictivos que permitirán saber qué pacientes pueden responder mejor a estas terapias avanzadas, lo que impulsará la eficiencia en el
manejo de estos medicamentos”.
Fernando Ramos, del Complejo Asistencial Universitario de León, ha destacado la “participación creciente y cada vez más competitiva a nivel internacional” de los hematólogos españoles. A modo de ejemplo, ha citado el ensayo clínico Triangle, desarrollado por la Red Europea para el
Estudio del Linfoma del Manto;
la vía rápida para fabricar CAR-T en 48 horas; el desarrollo clínico de talquetamab, un anticuerpo biespecífico; los hallazgos de predisposición germinal en adultos; o la aplicación de las técnicas de inteligencia artificial a las grandes bases de datos sobre
hemopatías malignas de las que disponen los grupos cooperativos de la SEHH. Los pacientes con cáncer hematológico “reciben tratamientos cada vez más personalizados, que contemplan tanto las peculiaridades personales como los cambios biológicos detectables en la enfermedad de cada paciente individual”.
En cuando al
linfoma B difuso de células grandes (Lbdcg), se han publicado los datos definitivos del estudio Trascend, que compara la terapia CAR-T con el trasplante de progenitores hematopoyéticos (TPH), denominado genéricamente como
trasplante de médula ósea, en segunda línea de tratamiento de este linfoma agresivo. “
Las células CAR-T han mostrado resultados significativamente superiores a los del tratamiento estándar, lo que supondrá un cambio relevante en la práctica clínica”, según apunta
Mariana Bastos, del Hospital General Universitario Gregorio Marañón (Madrid). También se han mostrado “datos muy positivos sobre el uso de los anticuerpos biespecíficos” frente al Lbdcg, que es el linfoma agresivo más frecuente. “Por primera vez desde principios de siglo, se han superado las tasas de curación de este
cáncer hematológico, también en el grupo de pacientes refractarios”.
La inmunoterapia se impone al linfoma agresivo más frecuente
Después de varias décadas de avances muy sólidos en
neoplasias hematológicas crónicas o subagudas, ahora parece que le toca el turno a las leucemias agudas y a los síndromes mielodisplásicos (SMD). En este sentido, “existe la impresión generalizada de que el tratamiento de la
leucemia aguda mieloblástica (LAM) está experimentando una transformación importante, que será todavía más evidente en los próximos años, con el desarrollo de fármacos dirigidos, más eficaces y con menor toxicidad”, afirma
Jordi Esteve, del
Hospital Clínic (Barcelona). La tasa de curación de la enfermedad se sitúa en torno al 45 por ciento en los pacientes más jóvenes, hasta los 50 años. Por encima de esta edad, ese porcentaje disminuye paulatinamente: la supervivencia apenas llega al 20 por ciento a los 2 años entre los pacientes no candidatos a quimioterapia.
Por su parte, lo más relevante de ASH 2022 con respecto a los SMD ha sido “la comparación y aplicabilidad de las
nuevas clasificaciones de estos cánceres hematológicos, donde la genética adquiere un papel fundamental, y la validación del nuevo índice de pronóstico molecular en grandes grupos de pacientes”, explica
Mar Tormo, del Hospital Clínico Universitario de Valencia. Aunque no ha habido grandes avances desde el punto de vista terapéutico, la experta ha destacado los “resultados prometedores” del ensayo clínico fase 2 de sabtolimab versus placebo + hipometilantes en SMD, de riesgo intermedio, alto y muy alto. “Estamos ante enfermedades muy variables en cuanto al pronóstico ya que las pacientes conmutaciones de SF3B1 tienen una supervivencia cercana a los diez años frente a los que tienen la mutación de TP53, con una supervivencia cercana al año”.
El trasplante, la mejor opción en numerosas hemopatías graves
Según
Carlos Solano, del Hospital Clínico Universitario de Valencia, se han presentado avances en relación con el
TPH alogénico en pacientes con LAM, SMD, aplasia medular grave o linfoma no Hodgkin. “La eficacia actual del trasplante sigue siendo alta y constituye la mejor opción de tratamiento curativo en numerosas hemopatías graves, aunque ha sido sustituido por
nuevos tratamientos de inmunoterapia dirigida en algunas de ellas, ya que consiguen resultados similares a medio plazo y con menor toxicidad inmediata”, afirma. El TPH alogénico “tiende a utilizar esquemas de acondicionamiento menos tóxicos y recurre cada vez más adonantes haploidénticos (compatibles con el receptor solo en un haplotipo HLA)”.
Las informaciones publicadas en Redacción Médica contienen afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios. No obstante, ante cualquier duda relacionada con su salud, consulte con su especialista sanitario correspondiente.