Jon Guajardo y Mercedes Ferro.
Los directivos sanitarios asumen la complejidad de definir, en términos cuantitativos,
lo que hace “bueno” a un profesional de Medicina o Enfermería. ¿Es el número de pacientes que atiende? ¿La complejidad de la asistencia? ¿O bien el tiempo que ha de dedicar a una intervención? “Son medidas con las que se puede incurrir en la subjetividad o la falta de precisión”, reconocen las fuentes consultadas por
Redacción Médica, que sin embargo constatan la posibilidad de extraer y comparar datos e indicadores fiables de la actuación de un trabajador. Entre ellos, los
resultados clínicos, la
eficacia de la atención y la
experiencia del paciente.
Jon Guajardo, vicepresidente segunda de la Sociedad Española de Directivos de la Salud (Sedisa), apunta en este sentido que en los servicios se tiende a medir la actividad asistencial en sí misma, un indicador que “puede ser más o menos eficaz” con el que se pone el foco no solo en que lo que se haga sea
“adecuado” sino también “eficiente”. Añade el también el director gerente de la Organización Sanitaria Integrada (OSI) de Barrualde-Galdakao que esta puede ser la base de un “lenguaje común” para determinar el rendimiento de un facultativo o un enfermero.
No obstante, destaca que el oficio de un sanitario no radica solo en su
“productividad”. “Hay que tener en cuenta que esa actividad sea
la mejor posible para solucionar el problema de salud de un paciente concreto”, incide el directivo, que pone ejemplo el caso de un cirujano que opera mucho y muy bien pero no con la indicación adecuada”.
A todo ello se suma la
“percepción del paciente”, cada vez más ubicado
en el centro de la actividad asistencial. En palabras de Guajardo, “hay que seguir trabajando este concepto” para evitar que un usuario pueda sentirse “insatisfecho” tanto en el trato como en la información o cuidado que recibe. “En la OSI de Galdakao estamos intentando recoger toda esa información para tener una nueva variable que medir”, destaca.
"Dificultad" para medir el rendimiento de un profesional
Guajardo subraya que hay espacios en los que es “más sencillo” medir una actuación sanitaria. En un quirófano, por ejemplo, se puede determinar cuánto tiempo se ha utilizado y el número de intervenciones. No obstante, subraya que
“no es fácil” concretar estos indicadores a escala individual.
Un punto de vista que comparte con
Mercedes Ferro, vicepresidenta de la Asociación Nacional de Directivos de Enfermería (ANDE), quien asume que este tipo de mediciones “pueden acabar siendo
inexactas”, especialmente en oficios con características como las que tiene la Enfermería. A este respecto, explica que la actuación de estas profesionales “es el resultado de una
continuidad en el cuidado de las personas” en el que intervienen factores de diversa índole “y que son
difíciles de detallar cuantitativamente”.
Según Ferro, existen “indicadores indirectos” que pueden esbozar la calidad personal de un profesional sanitario, como las personas que atiende en una jornada o incluso su
proyección investigadora o docente. Más allá de eso, subraya que una “buena enfermera” ha de “tomar decisiones de gestión variables y efectivas” para resolver cada caso. “Detrás de eso hay un esfuerzo invisible que
no se resume en datos”, apunta.
En este sentido, lamenta la “poca costumbre” que existe en España a la hora de
“reconocer las buenas prácticas de los profesionales”. “Pero habría que tener en cuenta
no solo qué se hace sino cómo se hace”, afirma.
Las informaciones publicadas en Redacción Médica contienen afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios. No obstante, ante cualquier duda relacionada con su salud, consulte con su especialista sanitario correspondiente.