Redacción. Murcia
Las terapias biológicas aportan valor en enfermedades para las que antes solo existían tratamientos que actuaban sobre los síntomas, pero no sobre la causa. De tal manera que los tratamientos biológicos no solo mejoran la calidad de vida de los pacientes (ofrecen un mayor control de los síntomas y evitan la aparición de la discapacidad), sino que aumentan sus expectativas de vida y frenan la progresión de la enfermedad en muchos casos.
Mariano Guerrero, secretario general de Sedisa; Magina Blázquez, directora general de Asistencia Sanitaria de la Región de Murcia; José Antonio Alarcón, director gerente del Servicio Murciano de Salud; y Maya Martínez-Davis, directora de la unidad de Atención Especializada de Pfizer. |
Según ha explicado Jesús Tornero Molina, jefe del Servicio de Reumatología del Hospital de Guadalajara, en enfermedades como la artritis estas terapias han supuesto “una auténtica revolución terapéutica, ya que han resuelto muchísimos problemas que las terapias tradicionales no podían solucionar, actuando sobre una diana concreta y específica que antes no estaba identificada”. Según este especialista, lo que queda por mejorar en su aplicación es definir la optimización y mejorar el control de su administración: “Hay que perfeccionar las dosis de mantenimiento y los periodos de dosificación, que no son todos iguales. Queda un campo para mejorar, sobre todo con la crisis económica y las dificultades de financiación actuales”.
Esta es una de las conclusiones de la Jornada “Modelos de Acceso y Optimización en la Gestión de Terapias Biológicas”, organizada por la Sociedad Española de Directivos de la Salud (Sedisa) con la colaboración de Pfizer y el apoyo del Servicio Murciano de Salud, en la que más de 80 expertos médicos, farmacéuticos, biólogos y gestores sanitarios se reúnen para debatir sobre cómo implementar las terapias biológicas de la manera más eficiente posible, dada la partida de gastos que suponen en el gasto hospitalario (el 10-20 por ciento del coste de farmacia de los centros).
En ese sentido, y en función del nivel de protocolización de cada centro, Mariano Guerrero Fernández, secretario general de Sedisa, puntualiza que “por término medio, se podría ahorrar entre el 10 y el 15 por ciento en su coste sin disminuir la calidad de los tratamientos; estaríamos hablando de cifras de varios cientos de millones de euros”. Según este experto, en aquellos centros en los que nunca se ha hecho una gestión de optimización de estos recursos, el margen de mejora podría ser de hasta el 30 por ciento del ahorro de los costes. Sin embargo –recordó existen centros que ya han ajustado mucho su indicación y realizado una “exquisita selección de pacientes y fármacos por usar y realizan un buen seguimiento; en ellos, recortar una cantidad fija puede suponer un desastre y dejar sin terapia a pacientes que lo necesiten”.
Estos fármacos, de cuya optimización, según precisó Tornero, todas las partes “deben concienciarse porque no se puede prescindir de ellas si queremos aspirar a los mayores estándares de calidad”, se aplican en la farmacia hospitalaria de manera ambulatoria.
La gestión eficaz de su administración depende de la implicación de los profesionales en la buena gestión clínica, que debe basarse no solo en la efectividad sino en la eficiencia, teniendo en cuenta la relación entre el coste y la efectividad. Por ello, la selección del paciente es fundamental para que estos medicamentos se den a aquellos en los que se vaya a lograr mejorar la calidad de vida y que aportan mejoras tangibles. Además, es fundamental monitorizar el proceso para ver el efecto real del fármaco.
La importancia de los comités de evaluación
El papel de los comités de evaluación para el tratamiento de enfermedades que requieren terapias biológicas es muy importante porque, al haber varias alternativas, “urge encontrar las de mejor coste-beneficio o coste-utilidad, es decir, aquellas que mejoren la calidad de vida al menor coste posible. Los comités de evaluación pueden, en base al conocimiento científico disponible, dilucidar qué tratamiento va a ser el más coste-eficiente para cada paciente concreto”, según Guerrero Fernández. Para este experto, en la actualidad y debido a los problemas financieros de la sanidad pública, prácticamente todos los centros llevan a cabo actividades de algún tipo para mejorar la gestión del uso de estos productos.
En ese sentido, Rosa María Ramos Guevara, directora médica del Área de Salud VI de la Región de Murcia del Hospital Universitario Morales Meseguer, señaló que “los comités deben contribuir y colaborar en la optimización del uso de estos fármacos atendiendo a criterios científicos, fármaco-económicos, de eficacia y seguridad de manera homogénea”. Sin embargo, en lo referente a estos fármacos, esas actividades se llevan a cabo de forma individualizada, es decir, cada centro aplica sus propias medidas de gestión.
También en esa línea, Guerrero cree que los distintos actores del Sistema Sanitario implicados en los modelos de aplicación de estas terapias no están alineados en su gestión: “hasta hace poco, los profesionales se han preocupado muy poco por los aspectos económicos de sus decisiones. Esto está cambiando y cada vez hay profesionales más concienciados de que cada euro que gastamos debe estar bien invertido en una mejora real de la salud. El reto es alinear y llegar a consensos que impliquen a todos los actores y sean asumibles”.
En concreto en Murcia, según Ramos, en la actualidad se están constituyendo en los hospitales comisiones interdisciplinares ya que, hasta ahora, el Hospital Morales Meseguer es el único que cuenta con una, que está en vías de crecimiento y a la que está previsto incorporar alguna especialidad adicional. Por ello, Ramos aseguró que, en Murcia, “debería constituirse una Comisión Regional para estas terapias, con carácter multidisciplinar, que sirviera entre otras funciones para unificar y consensuar protocolos, criterios de actividad, etc., y que garantizara una equidad en el acceso a este grupo de fármacos a todos los pacientes del Servicio Murciano de Salud”.