Redacción. Madrid
Entre el 30 y el 40 por ciento de los pacientes con fibrilación auricular (ritmo cardiaco patológico) no toma anticoagulantes que prevengan el riesgo de accidentes cardiovasculares como el ictus, a pesar de que la nueva generación de estos medicamentos controla de forma cómoda y muy eficaz el problema de estos pacientes.
Emilio Casariego, presidente de la SEMI.
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Por otra parte, una de cada tres personas que ingresa en Medicina Interna padece fibrilación auricular, y estos pacientes tan complejos con diferentes problemas simultáneos son los mayores candidatos al ingreso hospitalario, ha asegurado el presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), Emilio Casariego.
“Puede que ingresen por otro motivo (ictus, insuficiencia cardiaca, neumonía, etc.) pero un alto porcentaje de pacientes tiene fibrilación auricular, ha precisado el experto durante una jornada impulsada por la Alianza Bristol-Myers Squibb-Pfizer y celebrada en Madrid.
Los especialistas han puesto de manifiesto que actualizar el tratamiento anticoagulante en pacientes con fibrilación auricular y trombosis venosa profunda “resulta fundamental, debido no solo a que son patologías muy frecuentes, sino a que estos pacientes son complejos por su edad avanzada y las enfermedades concomitantes que padecen”.
En ese momento de ingreso hospitalario es cuando “se hace imprescindible por parte de los especialistas en Medicina Interna tomar decisiones sobre el tratamiento anticoagulante que recibe el paciente con fibrilación auricular, ya que su enfermedad multiplica por cinco el riesgo de padecer ictus”, han apuntado.
En este sentido, han destacado que los anticoagulantes orales de acción directa “son una buena alternativa a los anticoagulantes clásicos, como los antagonistas de la vitamina K”. Muchos de ellos han demostrado “mayor eficacia y mayor seguridad” y, por ello, poner luz a los datos más recientes hace que la práctica clínica sea más sencilla, ha afirmado Casariego.
Terapias anticoagulantes: evitar embolias e ictus
En el caso de las terapias anticoagulantes, el objetivo es evitar embolias e ictus en personas de alto riesgo. “Si con los antiguos tratamientos, que son los que usamos desde hace medio siglo, se han detectado problemas, tenemos que intentar ver cómo podemos sacar el mayor partido a los nuevos tratamientos en beneficio del paciente”, ha comentado el especialista.
Según el experto, estas terapias tienen altos índices de abandono, debido a múltiples factores como las comorbilidades de los pacientes, el hecho de que la dosis sea cambiante, el tener que hacerse una serie de análisis o tener que evitar ciertas comidas. "Todo esto hace que el tratamiento anticoagulante no siempre sea fácil de seguir y que las tasas de abandono puedan ser importantes", ha lamentado.
Por otro lado, el responsable de la SEMI ha advertido de que “entre un 30 y un 40 por ciento de pacientes con fibrilación auricular no recibe tratamiento, y deberían estar anticoagulados para prevenir un episodio de ictus". A este respecto, ha asegurado que la ausencia de tratamientos y el abandono de la terapia tienen que ver, entre otras razones, con las incomodidades del control de los anticoagulantes más clásicos. “Con las nuevas terapias, esta problemática se reduce”, ha concluido.
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