Rubén Blanco, Adrián Secades, Miguel Puente y Beatriz Raboso.
Los nuevos
residentes están a punto de hacer su entrada por primera vez en los hospitales donde pasarán los próximos cuatro años haciendo la especialidad médica que siempre habían soñado. Al tiempo que ellos desembarcan, otros abandonan las consultas con los bolsillos del pijama llenos de vivencias, formación y aprendizaje. Los R4 dicen 'adiós' a sus cuatro años como
MIR y emprenden el vuelo para afrontar una nueva etapa como
especialistas.
Rubén Blanco es uno de esos médicos que cierra en los próximos días su etapa como
residente de Medicina Familiar y Comunitaria. En declaraciones a
Redacción Médica, el facultativo explica que se marcha del hospital satisfecho y "muy agradecido" por todo lo que ha aprendido de sus adjuntos. Su
MIR no ha sido fácil. A él y a todos los de su generación les ha tocado vivir su
residencia casi completa en pandemia, un hecho que para bien o para mal ha modificado su itinerario de estos últimos años y la forma en la que habían imaginado que iban a vivir esta experiencia.
"Cuando empezó todo solo llevábamos ocho meses de
residencia y nos tocó asumir más
responsabilidades de las que nos tocaba por nuestro año. A pesar de ello, no nos importó porque lo asumimos como algo normal y queríamos ayudar", afirma Blanco.
Blanco: "No nos importó tomar más responsabilidades de las que tiene un R1 porque queríamos ayudar"
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"La pandemia ha tenido un impacto negativo en lo
emocional, pero también fue bonito ver como equipos que siempre habían trabajado separados, unían sus fuerzas", explica. A su vez, recuerda otras habilidades de la asistencia que sin covid no hubieran adquirido y que ahora ya son parte del día a día en el
Sistema Nacional de Salud. "Hemos sido precursores en
telemedicina, hemos sido los primeros en atender a los pacientes por llamada... Cosas que ahora se han implantado como normales en las consultas de
Atención Primaria. En eso llevamos años de experiencia", subraya.
En medio del caos inicial por el
covid, los residentes que comenzaron la
Formación Sanitaria Especializada en 2019 se perdieron algunas rotaciones, así como la posibilidad de hacerlo fuera de su comunidad autónoma, algo que a Blanco le ha quedado pendiente.
La familia en un hospital que no era la primera opción
Para
Beatriz Raboso, R4 de
Neumología, el
covid le ha brindado la posibilidad de vivir una residencia muy completa en la que ha podido "aprender mucho más", al contrario que médicos de otras especialidades. Debido a las infecciones respiratorias que ha provocado este virus, ha podido ver in situ más pacientes de los que hubiera visto en otras circunstancias. Además, en su caso, explica que no se ha perdido muchas rotaciones, algo que sabe que pudo afectar más a los compañeros de
especialidades quirúrgicas.
Raboso, que seguirá vinculada al
Hospital de Getafe donde ha hecho su
residencia, explica cómo han sido estos años mientras guarda cuidadosamente la ropa en una maleta. Tiene planeado un crucero por las
islas griegas para celebrar que ha puesto punto y final a este sueño MIR que se ha extendido (entre universidad, el examen y la residencia) durante una larga década. En su mente, cuando echa la vista atrás, quedan buenos recuerdos, pero también etapas malas.
Raboso: "Vivir la pandemia como residente de Neumología me ha dado la posibilidad de aprender mucho más"
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"Lo peor fueron
las primeras guardias, que las hacemos en
Urgencias. Lo pasé mal al principio. Luego en las de
Neumología es distinto porque ya son de tu especialidad. Sin embargo, fueron complicadas durante el
covid, porque hubo momentos con pacientes muy malitos y teníamos que decir a la familia que iban a fallecer. Además, sucedía muy seguido. Eso fue duro".
Lo bueno es que
Raboso encontró muchas cosas positivas, como sus compañeros a los que considera una segunda familia, que hicieron que siguiera avanzando para completar una residencia en un hospital que no era su primera opción pero que ha disfrutado hasta el punto de querer quedarse en él ya como especialista.
Un viaje pone el broche de oro al MIR
Miguel Puente es otro de los MIR que pondrá broche a la residencia con un viaje. En su caso, pone rumbo a Ecuador e Islas Galapagos, un destino soñado para recompensar tantos años de esfuerzo. Puente finaliza su residencia en
Medicina Familiar y Comunitaria en Lleida dispuesto a afrontar, a la vuelta de sus vacaciones, una nueva etapa en la
Medicina Rural. Confiesa que una rotación por un pueblo le hizo enamorarse de esta forma de vida en la que puede asistir como médico y, a la vez, disfrutar de su pasión por el esquí.
Recuerda, en declaraciones a este periódico, la incertidumbre de los primeros meses de la pandemia en los que "se congeló la residencia. Fue un momento en el que aún nos estábamos adaptando a la vida laboral" por lo que la
inseguridad impregnó sus primeros pasos por la Atención Primaria.
Puente: "La pandemia trastocó el calendario formativo de la residencia en años"
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"Estuvimos forzados a tomar más responsabilidades de las que nos correspondían por nuestra año. Empezamos a trabajar como si fueramos R2 cuando no habíamos completado el primer año. La formación también se paralizó y hemos estado haciendo cursos formativos hasta el fin de semana pasado. La pandemia trastocó el calendario de la residencia en años", se lamenta.
Sin embargo, la experiencia ha sido más que positiva y se confiesa feliz de haber podido completar su residencia en esta especialidad. "En Atención Primaria tratas con pacientes y les ves pasar su enfermedad, en las hospitalarias no es así. Nosotros vemos la evolución del paciente, el entorno social, conocemos a su familia y sus circunstancias... Volvería a coger el MIR en Familia sin dudarlo si tuviera que volver a elegir". Por ello, pide que se ponga en valor esta especialidad y recomienda a los futuros
residentes que empiezan a preparar el MIR 2024 que consideren Familia porque no acabarán decepcionados.
Un PIR en pandemia
No solo los MIR cierran etapa estos días, el resto de especialistas de la FSE también finalizan sus años como residentes. Adrián Secades,
psicólogo interno residente, recuerda los primeros años como "jodidos" en los que: "Hicimos lo que buenamente pudimos. Fue muy duro, pero también nos ha preparado añadiendo un extra a nuestra formación".
Secades: "La residencia ha sido dura, pero nos ha preparado añadiendo un extra a nuestra formación"
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En su especialidad ha echado de menos poder hacer
consultas sin mascarilla, puesto que en "
psicoterapia verte la cara y estar atento al lenguaje no verbal es importante. También he echado de menos la actividad grupal que se paralizó durante mucho tiempo".
En su bolsa de experiencias PIR lleva consigo el recuerdo de los meses de confinamiento en los que "doblábamos horario y trabajábamos muchas horas para responder a las llamadas de pacientes y personal sanitario que necesitaba asistencia". Aunque sorprendentemente afirma que estos no hacían un uso muy elevado de este servicio de asistencia psicológica. "Creo que lo pasaban tan mal que cuando llegaban a casa no pensaban en hablar de ello con nadie, ni siquiera con nosotros", recuerda.
Ahora, ellos marchan con la satisfacción del trabajo bien hecho, dejando hueco a una nueva generación de residentes que toma las riendas de su nueva vida a partir del 22 de mayo.
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