"El recién llegado se suele tragar todos los marrones que hay", admite un R2.
29 abr. 2018 14:30H
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Conocer el servicio, adaptarte a la especialidad y comenzar tu carrera profesional. Estas deberían ser las preocupaciones de un R1 que empieza su estancia en el hospital escogido tras el MIR. Sin embargo, los residentes más veteranos no siempre se lo ponen fácil a los 'novatos'. "El recién llegado se suele tragar todos los marrones que hay", admite un R2. Algunos de ellos, son verdaderas zancadillas para su aprendizaje y realización profesional.
Durante la primera guardia del recién llegado, admiten los compañeros, es habitual dejarle "solo ante el peligro", delegando en él todas las llamadas que haya pese al poco bagaje de los R1, generándoles una situación de estrés. También es habitual ser el último en elegir las vacaciones o tener que trabajar cada puente.
"No me avisaban de las guardias con antelación. Me enteré de las de Navidad el 30 de noviembre", relata una residente ya experimentada, que admite que todos "los puentes y festivos iban para los novatos".
Un discurso por sorpresa
Otro residente, de Oftalmología, recuerda que a los R1 se les aplica un colirio que "dilata las pupilas durante una semana". Además, recuerda que a un compañero, le avisaron a la una de la mañana sobre un discurso que tendría que dar al día siguiente: "Era su presentación delante de todo el servicio y nadie le había advertido de que había una sesión por la mañana".
Dentro del 'mobbing hospitalario', algunos residentes denuncian que los MIR superiores no siempre les explican los triajes de los pacientes de una forma concisa o que les cargan con más trabajo de la cuenta, tareas que debían recaer en un residente con más experiencia o en un adjunto.
Además, según varios testimonios, a los R1 se les manda hacer las tareas que nadie quiere en el servicio o atender a los pacientes más conflictivos, como tomar muestras a pacientes mayores o niños, o realizar los tactos rectales.
También en Enfermería
El personal de Enfermería también tiene que hacer frente a los desplantes de algunos compañeros. "Las viejas glorias seimpre se escaquean, por ejemplo, de atender a pacientes que llegan bebidos o drogados", relata una enfermera, que afirma haber sido culpada por la dosis de una medicación, "cuando era la que me habían ordenado".
Así, también recuerda que las técnicas más modernas estaban prohibidas para ellas, solo pudiendo utilizarlas: "Nos decían que no sabíamos, que solo podían hacerlo ellos". Durante su estancia, nunca le advirtieron de ningún curso al que pudiera asistir, pese a que los compañeros con más experiencia no se perdían ninguno. "Hay mucha competencia y a los nuevos ni nos avisaban".
Por último, esta joven recuerda cómo, al final de su estancia en el hospital, se dio cuenta de que varias de sus ideas sobre cómo optimizar el servicio, habían sido robadas por compañeras.
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