Se trata de antraciclina, que es el agente más empelado en tumores no sólidos, sin excluir su uso en sarcoma.



6 may. 2013 12:31H
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Redacción. Murcia
El grupo de Investigación Clínica y Traslacional Cardiovascular (ICTC) de Murcia ha demostrado que un medicamento oral de uso común en el tratamiento de la diabetes, la metformina, es capaz de prevenir el daño cardiaco producido por la antraciclina, que es el agente antitumoral más utilizado en cánceres 'no sólidos', es decir, hematológicos, como linfomas o leucemias, sin excluir su uso en otros de tipo sólido como los sarcomas.

El ICTC forma parte de las líneas de investigación consolidadas de Cardiología Clínica y Experimental del Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB), con investigadores de la Universidad de Murcia (UMU), de la Fundación y del Servicio Murciano de Salud (SMS), dirigidos por el cardiólogo del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia, Domingo Pascual, y los bioquímicos Martinez-Asensio, Sanchez-Mas y Lax.

Pascual recuerda que la investigación comenzó hace ya cinco años, al detectar que la metformina es el único antidiabético que, hasta ahora, ha demostrado que los pacientes que lo toman tienen menos mortalidad por motivos cardiovasculares.

Se trata del medicamento más antiguo que se utiliza para combatir la diabetes y el que tiene un precio más económico. A pesar de ello, Pascual explica que las sociedades científicas recomiendan todavía que sea el primer fármaco en administrar a los pacientes con diabetes, porque es el que ha demostrado más beneficio clínico en lo que respecta a la protección cardiovascular.

Por otro lado, los investigadores murcianos estaban preocupados durante los últimos años porque un tratamiento de quimioterapia contra el cáncer, las antraciclinas o doxorrubicina, provocaba daños en el corazón en el 26 por ciento de los pacientes, es decir, en uno de cada cuatro.

Tal era la situación que, incluso, algunos de estos pacientes acaban necesitando un trasplante cardiaco cuando alcanzan la curación del cáncer. Pascual, profesor en la Universidad de Murcia, explica que la aplicación de este antitumoral obliga a monitorizar el corazón porque deteriora la función cardiaca y reconoce que, en algunos casos, su efecto secundario ha obligado a detener el tratamiento al tener constancia de que disminuye la fuerza del corazón.

El problema es que este fármaco antitumoral daña las células cancerígenas pero tiene como efecto colateral el daño en las células cardiacas, y es algo que "no se ha podido superar con los años", a pesar de que cada vez hay más tumores y el medicamento se utiliza cada vez más, por ser muy eficaz frente a ellos.
 

 

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