Decanos de dos destacadas facultades públicas alertan de la "comprometida" viabilidad tras la 'explosión' de la privada

Las universidades privadas cada vez cuentan con más alumnos de Medicina, frente al descenso de la pública, en Madrid; y este cambio puede extenderse
Javier Arias, decano de la facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid y Antoni Trilla, decano de la facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona.


30 sept. 2024 18:50H
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La preferencia de los nuevos alumnos de Medicina por las facultades privadas está creciendo en la Comunidad de Madrid. No solo se oferta el grado en menos universidades públicas que privadas, sino que el número de nuevos ingresos en estas últimas ha crecido hasta ocupar más del 51 por ciento de estudiantes de primero que cursan Medicina en una facultad privada madrileña. Para los decanos de las facultades públicas, esta problemática alcanza un nivel "preocupante" en Madrid, llegando incluso a poder extenderse a otras comunidades autónomas donde la oferta sea similar, lo que convertirá el grado de Medicina, en un "privilegio" reservado a "unos pocos".

Javier Arias, decano de la facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, asegura que esto está consolidando una tendencia que "podría extenderse a otras regiones con una oferta privada significativa". Sin embargo, en comunidades con menor presencia de universidades privadas, reconoce que el impacto "será probablemente menor": "Si esta tendencia persiste, corremos el riesgo de que el acceso a la educación médica en España se convierta en un privilegio reservado a unos pocos, afectando la diversidad del alumnado y, en consecuencia, el sistema sanitario en su conjunto. Además, el debilitamiento de las facultades públicas implicaría una reducción en su capacidad de atraer y retener talento académico, así como en su capacidad para ofrecer suficientes plazas de prácticas clínicas de calidad", asume.

Ante este panorama, Arias plantea que las universidades públicas "podrían verse forzadas" a rebajar sus estándares de calidad, y no solo debido a la presión financiera que ya enfrentan: "La flexibilidad económica de la que disfrutan las universidades privadas les permite ofrecer incentivos que atraen recursos humanos y materiales desde las universidades públicas. Esto es particularmente evidente en la contratación de profesores que, aunque tienen plaza en la universidad pública, son seducidos por ofertas más atractivas de las privadas".

Profesores con mejores condiciones aparte, el decano reseña la "creciente competencia" por las plazas de prácticas clínicas en hospitales y centros de salud. Cuestiona el uso que hacen las universidades privadas de recursos públicos para la formación de sus estudiantes. "Estos son recursos financiados por todos a través de nuestros impuestos, y deberían destinarse prioritariamente a las universidades públicas. Sin embargo, se ha ido más allá: algunas privadas no solo están utilizando los centros sanitarios 'sobrantes', sino que estamos viendo cómo se detraen recursos que deberían legítimamente estar al servicio de las públicas. Esto nos obliga a reducir el número de prácticas clínicas o incluso a limitar aún más la cantidad de estudiantes que podemos atender desde la pública", declara.

"Si el sistema público de enseñanza se financia adecuadamente, no hay ningún problema en competir de forma amigable con las facultades privadas"



Antoni Trilla, decano de la facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona, coincide con la visión de Arias y explica a este diario que la enseñanza de la Medicina requiere de profesores acreditados que sean, además, "excelentes clínicos", y muchas plazas y tutores clínicos para hacer las prácticas en hospitales y centros de Atención Primaria: "En la universidad privada, los criterios de acreditación del profesorado son, en la inmensa mayoría de casos, distintos (y menos exigentes) que en la pública, y la disponibilidad de profesores clínicos especializados es menor", reconoce.

Coste de Medicina en la privada


Arias destaca que muchos estudiantes que cuentan con suficientes medios económicos y no tienen suficiente nota para acceder a la universidad pública, optan por opciones privadas para asegurar su ingreso. "Además, las instituciones privadas suelen ofrecer una imagen más moderna y cuidada en sus instalaciones, así como una formación más personalizada, aunque a un costo considerable. Esto atrae tanto a familias de ingresos medios que hacen sacrificios económicos, como a aquellas con mayor capacidad financiera", indica Arias.

El coste por curso es de media 20.000 euros lo que lleva a una media de 120.000 euros en los seis años de carrera de Medicina. Por contra, en la pública el alumno costea 1.240 euros anuales y el resto lo sufraga la Comunidad de Madrid. Desde 2015, además, los alumnos de Medicina en la privada han subido un 18 por ciento mientras se reducían un 4,2 por ciento en la pública, no por falta de demanda (hay 13 solicitudes por plaza).

Futuro del grado de Medicina privada vs. pública


Para abordar esta creciente diferencia, los decanos aseguran que es necesario "tomar medidas estratégicas". Pero, "simplemente" aumentar el número de alumnos de Medicina "no es una solución a corto plazo" para la falta de médicos en ciertas especialidades y en ciertas zonas. En lugar de soluciones rápidas, Arias apuesta por una planificación integral que tenga en cuenta las necesidades a largo plazo y que asegure una formación de calidad, sin comprometer los estándares educativos ni las oportunidades de formación clínica.

"Si el auge de las universidades privadas continúa sin un fortalecimiento adecuado de las facultades públicas, el futuro de estas últimas podría verse comprometido. Las universidades públicas han sido, históricamente, un pilar fundamental en garantizar la equidad en el acceso a los estudios de Medicina, permitiendo que estudiantes de distintos orígenes socioeconómicos puedan aspirar a una formación de calidad", explica. El futuro de las facultades públicas depende, por tanto, de una inversión decidida en recursos, infraestructura y personal, que permita mantener su misión de ofrecer una educación de calidad accesible para todos, sin comprometer la excelencia formativa ni la equidad en el acceso.

Trilla pone sobre la mesa invertir "cada vez más" en las facultades de Medicina de las universidades públicas, "como mínimo hasta igualar el coste real que supone cada plaza para estudiar el grado". Esto incluye adecuar el número de profesores y adaptar los criterios actuales de acreditación por las agencias nacionales para que los mejores clínicos puedan también ser profesores permanentes. A esta medida suma la de disponer de hospitales y centros de Atención Primaria para realizar las prácticas clínicas. "En mi opinión, un hospital público o concertado con el sistema público de salud debe dar prioridad y adscribirse a Facultades de Medicina de las universidades públicas", concreta.

Si se financia adecuadamente y se adapta a la realidad y a las necesidades de nuestra sociedad, Trilla concluye que no hay "ningún problema" en competir, en el mejor sentido de la palabra, "con un sistema privado de enseñanza". "En el sistema público buscamos cada día la excelencia y la calidad, no el beneficio económico. El sistema privado probablemente también busca excelencia y calidad, pero legítimamente busca principalmente que el negocio sea rentable", concluye.
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