Ben Seymour, neurocientífico del Departamento de Ingeniería de Cambridge.
"A pesar de que la mano no está, las personas con
dolor del miembro fantasma todavía se sienten como si tuvieran una mano allí, que básicamente se siente dolorosa, como una sensación de ardor o como hipersensible al dolor, y los analgésicos convencionales no son eficaces como tratamiento". Son palabras de
Ben Seymour, neurocientífico del Departamento de Ingeniería de Cambridge y uno de los responsables de un estudio que podrían cambiar el futuro de muchos pacientes.
Junto a investigadores de la
Universidad de Osaka, el equipo de Seymour ha descubierto que una '
reorganización' del cableado del cerebro es la causa subyacente del dolor del miembro fantasma, que ocurre en la gran mayoría de las personas a las que se les han amputado las extremidades, y un potencial método para tratarla, que utiliza
técnicas de inteligencia artificial. Los científicos utilizaron una i
nterfaz cerebro-máquina para entrenar a un grupo de diez personas para que controlaran un brazo robótico con el cerebro. De esta forma, encontraron que si un paciente intentaba controlar la prótesis asociando el movimiento con su brazo perdido aumentaba su dolor, pero el entrenamiento para asociar el movimiento de la prótesis con la mano no afectada disminuyó su dolor.
Sus resultados, publicados en la revista
'Nature Communications', demuestran que en pacientes con dolor crónico vinculado a la amputación o la lesión del nervio, hay
'cables cruzados' en la parte del cerebro relacionada con la sensación y el movimiento y que mediante la reparación de la interrupción puede tratarse el dolor. Los hallazgos también podrían aplicarse a las personas que tienen otras formas de dolor crónico, como el dolor por la artritis.
Interfaz cerebro-máquina
En el estudio, Seymour y sus colegas, dirigidos por
Takufumi Yanagisawa, de la Universidad de Osaka, emplearon una interfaz cerebro-máquina para decodificar la actividad neuronal de la acción mental necesaria para que un paciente mueva su mano "fantasma" y luego convertir el movimiento decodificado de la mano fantasma en el de la neuroprótesis robótica empleando técnicas de inteligencia artificial.
"Vimos que cuanto mejor consiguió su lado afectado del cerebro usar el brazo robótico su lado afectado del cerebro, peor era su dolor, ha relatado Yanagisawa. "El movimiento de la parte del cerebro está trabajando muy bien, pero no están recibiendo la retroalimentación sensorial, luego hay una discrepancia allí".
Entonces, los científicos alteraron su técnica para entrenar el lado "equivocado" del cerebro. Por ejemplo, un paciente al que le faltaba el brazo izquierdo fue entrenado para mover el brazo protésico mediante la
decodificación de los movimientos asociados con su brazo derecho, o viceversa. Cuando fueron entrenados con esta técnica contraria a la intuición, notaron que su dolor se redujo significativamente.
A medida que los pacientes aprendieron a controlar el brazo de esta manera, aprovecharon la plasticidad -la capacidad del cerebro para reestructurar y aprender nuevas cosas- de la corteza sensoriomotora, lo que muestra una clara relación entre la
plasticidad y el dolor. Aunque los
resultados son prometedores, Seymour advierte que los efectos son temporales y requieren un equipo médico costoso para ser efectivo, aunque cree que un tratamiento basado en la técnica podría estar disponible dentro de entre cinco a diez años.
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