La contaminación, combinada con el consumo de bebidas azucaradas, puede provocar daños renales.
Factores como
la contaminación ambiental y el
consumo de bebidas azucaradas influyen en el funcionamiento del
páncreas y el
riñón, al punto de causar
daños severos. Es lo que reveló un estudio realizado por investigadores de la
Universidad Autónoma de México (UNAM).
En la investigación, realizada por
Teresa Fortoul y
Adriana González Villalba, del Departamento de Biología Celular y Tisular de la Facultad de Medicina de la UNAM, se han examinado las alteraciones metabólicas causadas por el
efecto combinado de dichos factores. El trabajo se basa en el análisis de
fragmentos de pulmones de personas que vivieron en
Ciudad de México en las décadas de los 50 y 80.
Con respecto a los resultados relacionados
con la contaminación, Fortoul ha explicado que debido a la
quema de combustibles derivados del petróleo, la concentración de metales -como el vanadio- en esas estructuras atómicas había aumentado con el paso del tiempo. El caso de la Ciudad de México es particular. Debido a su altura y a la combustión incompleta de los motores de los vehículos que circulan, se liberan a la atmósfera partículas con
vanadio adosado. Este panorama, sumado al
consumo de bebidas azucaradas causa alteraciones tanto en el perfil lipídico como en la glucosa en sangre.
Otros efectos
En lo que se refiere a los efectos en el riñón, la investigadora ha encontrado que cuando se combinan las
bebidas azucaradas con el vanadio (del ambiente) se altera su
funcionamiento como el estrés oxidante de las células de los túbulos renales.
Por su parte, González Villalba ha explicado que “hay personas que padecen
alteraciones renales, pero no tienen claro por qué, y con base en los resultados de nuestro trabajo se puede considerar a la combinación de la contaminación atmosférica con las bebidas azucaradas como posible factor para que aparezcan esas alteraciones”.
Los investigadores han detectado además, que esta misma combinación afecta a las
neuronas del hipocampo, pues provoca su disminución. Lo que, a su vez, daña los
procesos de memoria y aprendizaje. Raida Valencia, otras de las implicadas en el estudio, ha añadido que “quienes están expuestos a éste y otros factores de riesgo serían más susceptibles de padecer alguna enfermedad neurodegenerativa en el futuro”.
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