Los trastornos vasomotores de la
menopausia, como los
sofocos o la sudoración nocturna, son debidos a cambios en la cantidad de
estrógenos de la sangre. Estos trastornos respondían satisfactoriamente a la administración de tratamiento hormonal sustitutivo (parches de hormonas). Sin embargo, este tratamiento no se recomienda en la actualidad en la mayoría de mujeres, al haberse demostrado que aumenta el riesgo de complicaciones cardiovasculares y de cáncer.
Tratamientos naturales para la menopausia
Datos procedentes de Estados Unidos indican que 8 de cada 10 mujeres postmenopáusicas con
sofocos utilizan
tratamientos alternativos. Sin embargo, en contraste con la gran disponibilidad de dichos remedios, la evidencia científica sobre su eficacia es escasa. Los remedios alternativos utilizados con más frecuencia son:
Fitoestrógenos. Los fitoestrógenos son compuestos procedentes de las plantas que se asemejan al
estradiol, una hormona femenina. Varios de estos fitoestrógenos han sido evaluados en estudios científicos para conocer su utilidad para el control de los síntomas de la
menopausia, incluyendo las isoflavonas procedentes de la soja, la linaza y el trébol rojo.
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Las isoflavonas de la soja, como la daidzeina y la genisteina, están presentes en numerosos suplementos. Habitualmente van unidas a la glucosa (azúcar) de los compuestos vegetales. Su eficacia depende de su posibilidad de liberarse de dicha glucosa, una acción llevada a cabo por las bacterias intestinales de la mujer. Dada la diferente cantidad de dichas bacterias entre una mujer y otra, la eficacia de estos compuestos es también muy variable de una mujer a otra. La absorción de las isoflavonas de la soja también depende de otros factores que modulan la flora intestinal, como la toma de antibióticos, el consumo de alcohol y la presencia de enfermedades intestinales. Si además tenemos en consideración que la concentración de isoflavonas de cada producto es muy variable, entenderemos que la eficacia de los mismos para controlar los síntomas de la menopausia sea también extraordinariamente variable, relacionada con la cantidad de isoflavonas presentes en un producto y con la capacidad de su absorción intestinal, distinta para cada mujer. Los resultados de diferentes estudios científicos han mostrado resultados contradictorios en cuanto a la eficacia de las isoflavonas de la soja para reducir los síntomas de la menopausia. Algunos estudios sí han observado que los compuestos de soja pueden ser moderadamente beneficiosos para controlar los sofocos y la sudoración nocturna. Sin embargo, un gran estudio que analizó conjuntamente todos los trabajos que se habían publicado hasta el año 2013, no encontró que los fitoestrógenos tuvieran alguna eficacia, aunque tampoco ningún peligro potencial. En dicho estudio existía alguna evidencia de que los extractos de genisteína podrían reducir los sofocos. A pesar de las dudas y de la controversia, la Sociedad Americana de Menopausia recomienda tomar 50 mg diarios de isoflavonas de soja (aproximadamente medio litro de leche de soja al día) para reducir los síntomas de la menopausia, es decir, los sofocos y la sudoración nocturna. Si no hubiera mejoría, recomiendan suspender el tratamiento. Las isoflavonas NO deben ser tomadas por mujeres con antecedentes de cáncer de mama o de cáncer de endometrio. Las mujeres tratadas con tamoxifeno o inhibidores de la aromatasa también deben evitarlas dado que la eficacia de estos medicamentos puede reducirse.
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Linaza. La linaza es una semilla rica en fitoestrógenos. Si bien es habitualmente utilizada para el tratamiento de los síntomas menopáusicos, una revisión de diferentes estudios realizados con esta sustancia ha demostrado que no tiene ninguna eficacia, por lo que actualmente no puede recomendarse para esta indicación.
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Trébol rojo o trébol violeta. Contiene 4 isoflavonas: daidzeina, genisteina, formononetina y biochanina A. Solo un estudio parece demostrar que efectivamente reduce la intensidad de los síntomas de la menopausia.
Aceite de onagra. Es un tratamiento popular para tratar los sofocos. A pesar de ello no existe ningún estudio que haya demostrado su utilidad.
Cohosh negro. Es una planta americana que inicialmente se pensaba que era rica en
fitoestrógenos. Actualmente se ha demostrado que no lo es, pero que podría aliviar los síntomas de la menopausia al actuar sobre determinadas zonas cerebrales. La Organización Mundial de la Salud la recomienda a dosis de 40 a 160 mg diarios para tratar los síntomas de la menopausia. A pesar de ello, no existen evidencias científicas inequívocas de su utilidad.
Control mental. Diferentes técnicas que permiten el control de la mente sobre el cuerpo han sido evaluadas para conocer su eficacia sobre el control de los sofocos y de la sudoración. Entre ellas las más populares son el
yoga y el
tai-chi. Algunos estudios han demostrado que ambas técnicas mejoran los síntomas menopáusicos por lo que podría tratarse de una aproximación razonable para su tratamiento.
Ejercicio. Existen algunos estudios que han demostrado que las mujeres que hacen
ejercicio físico regular presentan menos síntomas asociados a la menopausia. Pudiera ser sin embargo, que su eficacia fuera indirecta, más en relación con el control del peso y la mejoría de ánimo asociada con el ejercicio (las mujeres obesas suelen tener más síntomas menopáusicos que las mujeres delgadas).
Acupuntura. Un análisis de 8 estudios que compararon la eficacia de la acupuntura real frente a la acupuntura simulada no encontró diferencias en cuanto a la frecuencia de síntomas menopáusicos, aunque su intensidad parecía discretamente menor en el grupo que recibió acupuntura real. El beneficio podría ser mayor en mujeres con cáncer de mama o en varones con cáncer de próstata que reciben
tratamiento hormonal antiestrogénico, es decir, frente a las hormonas femeninas (el cual también produce sofocos). En estas situaciones sí que parece que los sofocos son menores si se recibe acupuntura real.
En conclusión, muchas mujeres utilizan tratamientos alternativos para el control de los síntomas de la menopausia. En general su eficacia es más que dudosa o probablemente inexistente. Afortunadamente los efectos adversos suelen ser también escasos, salvo para el bolsillo. Mientras se realizan nuevos ensayos clínicos evaluando su eficacia, parece sensato probar individualmente si alguno de ellos mejora los síntomas y decidir en base a ello si se debe o no proseguir con su uso.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.