¿Qué es un trasplante de riñón?
El
trasplante de riñón consiste en la implantación de un riñón sano procedente de un donante vivo o de un cadáver (donante) a una persona con
insuficiencia renal crónica terminal (receptor) mediante una intervención quirúrgica. En general no suelen extraerse los riñones del receptor a no ser que estén produciendo algún problema. El trasplante permite recuperar una vida autónoma.
En España durante el año 2011 se realizaron unos
2.500 trasplantes, siendo la espera media de unos 2 años. Casi todos los trasplantes se realizaron a partir de un donante cadáver.
¿Cuándo se realiza un trasplante renal?
El trasplante de riñón se realiza en pacientes con insuficiencia renal terminal para evitar que tengan que depender de la
diálisis y permitir así mejorar su calidad de vida.
Ventajas e inconvenientes
El trasplante de riñón permite que el paciente con insuficiencia renal crónica deje de dializarse, lo que le permite recuperar su autonomía. El paciente trasplantado puede llevar una dieta normal y debe acudir con menos frecuencia al hospital. Sin embargo, debe someterse a una operación seria y a un
tratamiento crónico que puede bajar sus defensas y asociarse con diversos efectos adversos. Además, el
riesgo de rechazo al riñón trasplantado es importante. En cualquier caso si hubiera un rechazo completo, el paciente volvería a la situación previa de diálisis.
¿Cómo debe prepararse el paciente?
El paciente que recibe un trasplante de riñón debe estar en una
buena condición física que permita la intervención quirúrgica y no debe tener enfermedades graves que comprometan su vida o el normal funcionamiento del riñón trasplantado. En este sentido se requiere un
estudio exhaustivo previo al trasplante que descarte la presencia de infecciones crónicas, enfermedades graves o
cáncer, así como estudios que permitan conocer su situación clínica general.
Al paciente candidato a recibir un trasplante de riñón se le hace un
estudio genético dirigido a disminuir el riesgo de rechazo. El donante del riñón debe tener el mayor número de características genéticas compatibles (compatibilidad HLA) con el receptor del trasplante. Cuanto más se parezcan en el HLA menor será el riesgo de rechazo. Por este motivo es más fácil que el trasplante evolucione bien si recibe el
riñón de un miembro de la familia con el que ya comparte muchas características genéticas.
El donante, vivo o cadáver, debe ser también investigado en relación con la presencia de enfermedades transmisibles que pudieran pasar al receptor, como la infección por el virus del SIDA o determinadas hepatitis, y la presencia de cáncer. En caso de tratarse de un donante vivo, éste tiene que ser capaz de afrontar sin problemas una intervención quirúrgica y tener ambos riñones funcionando perfectamente para no tener ningún problema al quedarse con un único riñón.
Procedimiento para hacer un trasplante de riñon
Cuando se dispone de un riñón compatible, debe ser
trasplantado a la mayor brevedad posible. El paciente es operado con anestesia general. El riñón trasplantado se coloca fuera de su situación normal, generalmente en la zona de la pelvis, la parte baja del abdomen. Al riñón se le conectan una vena y una arteria de la pelvis y el uréter se conecta a la vejiga. Los riñones originales no se extirpan a no ser que constituyan un problema por algún motivo.
Si no se producen complicaciones en la evolución, el paciente permanece en el hospital una semana y posteriormente realiza revisiones semanales. Los 6 primeros meses son los más complicados por el riesgo de rechazo. Si todo va bien, las visitas se espacian a partir de los 6 meses.
¿En qué situaciones puede NO indicarse un trasplante?
El trasplante puede no estar indicado cuando:
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Existe una infección grave activa (tuberculosis, infección por VIH o infección por virus de hepatitis).
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Existen otras enfermedades graves que pueden limitar la vida del paciente.
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Presenta historia de cáncer no curado.
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El paciente tiene hábitos tóxicos que pueden comprometer su evolución (consumo de drogas, alcoholismo, etc.).
Complicaciones del trasplante renal
Los pacientes que son trasplantados son sometidos a una intervención quirúrgica con
anestesia general. Como en todas estas operaciones, existe un riesgo quirúrgico aunque para este tipo de operación no es muy alto.
El mayor riesgo de un trasplante es el
rechazo. Consiste en que las defensas de nuestro organismo reconocen como extraño a un órgano que ha sido introducido en un cuerpo que no le corresponde. Por eso le atacan, como si atacaran a una infección. Las posibilidades de rechazo son menores cuando se selecciona un riñón de una persona que comparte ciertas características en los genes con las del receptor del trasplante. Por ello se deben realizar análisis en el receptor y en la sangre del donante para buscar la mayor compatibilidad posible. Para evitar el rechazo se debe poner un
tratamiento de por vida con medicinas que bajan las defensas. Este tratamiento también baja las defensas que tenemos para luchar contra organismos externos, por lo que las personas que lo reciben tienen un mayor riesgo de sufrir infecciones graves, fundamentalmente de los pulmones y del riñón, alguna de ellas por microorganismos raros y poco habituales.
Muchos de los pacientes que reciben un riñón sufren episodios de rechazo, sobre todo durante el primer año, lo que exige tratamientos concretos con medicamentos más potentes para superar el episodio, lo que se consigue en la mayoría de los casos. Aún así entre 1 y 2 de cada 10 trasplantes son rechazados en los primeros meses por lo que el paciente debe volver a recibir diálisis mientras espera, si lo desea, un nuevo trasplante.
Recuperación del trasplante de riñon: tratamientos y cuidados
La
vida después del trasplante debe ser normal, pudiendo viajar, realizar deporte, realizar la misma actividad laboral o escolar, etc.
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Se debe tomar un tratamiento de por vida para evitar el rechazo. Esta medicación baja las defensas por lo que pueden aparecer diversas infecciones en el futuro, algunas graves. Las medicaciones, en función de cuales sean, pueden también producir otros efectos adversos, en ocasiones graves. A pesar de todo ello, es imprescindible tomar la medicación de forma correcta para evitar el rechazo del riñón.
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Además del riesgo de infección, los pacientes que reciben un trasplante renal tienen un mayor riesgo de desarrollar cánceres que las personas que no reciben estas medicaciones. Estos pacientes deben seguir las mismas recomendaciones de despistaje de cáncer que la población general salvo un mayor cuidado en la búsqueda de posibles cánceres de piel.
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Existe también un mayor riesgo de desarrollar diabetes por lo que deben realizarse análisis de glucosa (azúcar) en sangre de forma frecuente durante los primeros meses.
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Tienen también un mayor riesgo de complicaciones cardiovasculares como angina de pecho, infarto de miocardio e ictus. Los pacientes con trasplante renal deben controlar de forma adecuada sus factores de riesgo cardiovascular. No deben fumar en absoluto, deben mantener un peso óptimo y un control estricto del colesterol y de la presión arterial.
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Se debe evitar el consumo de anti-inflamatorios y descongestivos nasales.
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El embarazo de estas pacientes es de muy alto riesgo. En principio, el embarazo no es aconsejable y, si la presión arterial es normal, pueden utilizarse anticonceptivos orales.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.