¿Qué es la tiña?
Aunque el término proviene del latín
‘tinea’ (gusano), lo cierto es que nada tiene que ver la
tiña con este animal. Se trata, por el contrario, de una infección cutánea causada por unos
hongos llamados dermatofitos que parasitan la
piel, el cuero cabelludo o las uñas y que tienen a los niños como objetivo predilecto.
La tiña está estrechamente relacionada con enfermedades fúngicas como el
pie de atleta o la llamada
tinea cruris, que afecta a la ingle. Generalmente, la infección se transmite de una persona a otra mediante
contacto directo a través de
objetos contaminados como peines, ropa sin lavar o el suelo de las duchas. También se puede contraer vía animal.
Esta patología, aunque molesta,
no suele revestir gravedad y se subsana con medicamentos aplicados directamente sobre la piel o bien mediante pastillas antimicóticas, en los casos más avanzados. Sin embargo, es importante detectarla y tratarla lo antes posible para evitar complicaciones y la diseminación de los hongos.
¿Cuáles son los síntomas de la tiña?
La tiña se manifiesta normalmente a través de:
-
Erupciones en la piel.
-
Eicazón intensa.
-
Enrojecimiento.
-
Descamación.
Pese a ello, sus síntomas pueden variar en función de dónde se produzca la infección. Por ejemplo, si tiene lugar en el
cuero cabelludo (tinea capitis), es posible que el paciente sufra
pérdida de pelo en zonas específicas, o bien que lo tenga
descolorido y quebradizo.
Cuando los dermatofitos ‘colonizan’ el
pie (tinea pedis o pie de atleta), son comunes el
mal olor y el
agrietamiento de la planta de los pies. También pueden surgir
ampollas.
Finalmente, se habla de tinea unguium cuando la infección se focaliza en las
uñas, que generalmente se vuelven
quebradizas y descoloridas, se vuelven más gruesas, delgadas o
amarillentas o presentan deformidades.
¿La tiña es contagiosa?
En efecto, la tiña es fácilmente contagiable a través del
contacto directo con una persona o animal, o bien a través de objetos ‘contaminados’. Un abrazo o caricia o el uso de un
peine o una
toalla que previamente haya sido utilizado por un individuo infectado pueden provocar la diseminación de los dermatofitos.
De igual manera, y aunque no sea algo habitual, la tiña puede propagarse al entrar la piel o las uñas en contacto con un
suelo contaminado. Por ejemplo, una ducha o piscina o cualquier superficie en la que haya estado un animal con hongos.
¿Cuál es el tratamiento para la tiña?
La tiña puede subsanarse mediante
medicamentos antimicóticos, enfocados a las infecciones causadas por hongos. Existen diversas formas de administración en función del lugar donde se produzcan los síntomas o la gravedad de los mismos.
-
Medicamentos tópicos: son utilizados para infecciones leves de tiña, especialmente cuando la infección se produce en la piel o el pie. Se dispensan en forma de cremas, ungüentos o esprays directamente sobre la zona afectada.
-
Medicamentos orales: en caso de la infección llegue al cuero cabelludo o las uñas. Generalmente son infecciones más graves que requieren de fármacos con receta médica.
¿Cuánto tarda en curarse la tiña?
El tipo de tiña y la gravedad de la misma hacen variar el tiempo de recuperación, aunque la infección, con el uso de los fármacos adecuados, no suele alargarse más de
cuatro semanas, en el caso de la piel o los pies; o de las 12 cuando esta se produce en el cuero cabelludo.
El tratamiento puede alargarse durante más tiempo (entre seis meses y un año) si los hongos se encuentran en las uñas.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.