¿Qué es la intolerancia a la fructosa?
La
intolerancia a la fructosa es un trastorno por el cual una persona carece de la proteína necesaria (enzima aldolasa B) para descomponer este azúcar que se encuentra en las frutas y que se presenta de forma natural en el cuerpo. La fructosa artificial se utiliza como edulcorante en muchos alimentos, incluso en los alimentos y bebidas para bebés. La de la fructosa es uno de los tipos de intolerancia más comunes, junto a la
intolerancia a la lactosa.
Esta afección se produce cuando
el organismo es incapaz de absorber correctamente la fructosa. Cuando la fructosa se 'malabsorbe', puede hacer que el intestino libere agua hacia su interior, produciendo diarrea. Además, puede llegar al colon y ser fermentada por las bacterias naturales del propio intestino, produciendo gases.
Este tipo de intolerancia a la fructosa es la hereditaria, aunque existen otras dos clases de intolerancia que veremos a continuación.
¿Cómo saber si eres intolerante a la fructosa?
Tras la fermentación de la fructosa en el colon, aparecen distintos síntomas similares a los que produce la dispepsia o el
síndrome del colon irritable. De hecho,
debe evaluarse la intolerancia a la fructosa como posible causa de ese diagnóstico:
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Dolor de tipo cólico entre 30 minutos y hasta cuatro horas tras las comidas
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Hinchazón abdominal
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Flatulencias
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Movimientos y ruidos intestinales
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Diarrea con abundante gas
En ocasiones menos comunes
puede darse dolor de cabeza, náuseas, vómitos y empeoramiento de un estreñimiento previo. En el caso de los niños, las heces ácidas pueden provocar enrojecimiento en la zona que rodea el ano y escozor al deponer. La desnutrición y la pérdida de peso son muy poco probables, aunque en caso de un mayor grado de intolerancia, podría condicionar un
retraso en el desarrollo y el crecimiento.
Tipos de intolerancia a la fructosa
La intolerancia a la fructosa tiene tres tipos. El primero de ellos es la
genética o hereditaria y no tiene cura. El segundo tipo es la
intolerancia a la fructosa primaria, aquella en la que falla el transportador Glut-5, una sustancia presente en las células de la pared intestinal imprescindible para absorber la fructosa. La falta de este trasportador hace que la fructosa pase al colon sin poder absorberse, donde es fermentada por la flora intestinal generando gases que ocasionan malestar digestivo, distensión, meteorismos y ruido intestinal, aunque no es la más habitual. La
intolerancia a la fructosa secundaria es el tercer tipo y supone una malabsorción de fructosa en el intestino delgado. Los motivos que la provocan son muy variados.
Diagnóstio y tratamiento
Para confirmar el
diagnóstico de intolerancia a la fructosa, los facultativos pueden llevar a cabo
distintos tipos de exámenes, desde exámenes de coagulación sanguínea, de glucemia, enzimáticos, pruebas genéticas, pruebas de la función renal, pruebas de la función hepática, biopsia del hígado, examen de ácido úrico en la sangre o análisis de orina.
El
tratamiento consiste fundamentalmente en
limitar o prescindir de alimentos con elevadas proporciones de fructosa o sorbitol en su composición. Dado que el grado de intolerancia es variable de unas personas a otras, se debe limitar la ingesta valorando no ser excesivamente restrictivos para facilitar el cumplimiento de la dieta y evitar carencias nutricionales.
Alimentos que contienen fructosa
Es importante conocer
qué alimentos contienen fructosa y cuáles no para poder controlar las dosis que toman diariamente. Las
frutas con bajo contenido de fructosa son la naranja, la mandarina, el plátano, el limón, la lima, la fresa, el kiwi, el aguacate, la mora, la uva y el melón. En el caso de las
verduras, se toleran mejor las acelgas, el brócoli, las espinacas, el apio, las alcachofas, los berros, los champiñones, la lechuga, la escarola y las endibias.
Se deben evitar principalmente las manzanas, uvas pasas, peras, ciruelas, cerezas, melocotón y albaricoques, higos y dátiles.
Los
alimentos de origen animal como las carnes, pescados, huevos o leche se pueden comer siempre y cuando no estén elaborados. Por contra, debería
reducirse el consumo de chocolate, productos de bollería, zumos, mermeladas y aquellos alimentos o productos 'sin azúcar' ya que suelen tener altas concentraciones de fructosa o sorbitol.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.