Una
hemorragia cerebral es un
sangrado en el interior del cerebro que da lugar a defectos neurológicos de aparición brusca, frecuentemente asociados a disminución del nivel de conciencia y a coma. Las causas más frecuentes de hemorragia cerebral son la hipertensión arterial, los traumatismos (golpes en la cabeza) y la angiopatía amiloide. El diagnóstico se realiza mediante un TAC cerebral. Aproximadamente uno de cada 10 ictus es debido a una hemorragia cerebral.
¿Cuáles son las causas de la hemorragia cerebral?
Sus causas suelen ser:
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Hipertensión arterial (Hemorragia hipertensiva). La hipertensión arterial facilita la rotura de pequeñas arterias cerebrales produciéndose un sangrado en el interior del cerebro.
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Traumatismos craneales. Suelen deberse a caídas en personas de edad avanzada. En ocasiones, la hemorragia cerebral puede producirse sin un golpe previo, por maniobras de aceleración y desaceleración en un coche.
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Angiopatía amiloide. Es la causa más frecuente de hemorragia cerebral en personas de edad avanzada. Frecuentemente son pequeños episodios de sangrado cerebral recurrente (cada cierto tiempo, cada ciertos días o años).
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Transformación de un ictus isquémico en un ictus hemorrágico. Entre 1 y 5 de cada 100 ictus isquémicos pueden transformarse en hemorrágicos.
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Metástasis cerebrales o tumores cerebrales primarios. La hemorragia cerebral puede ser la primera manifestación del cáncer. El cáncer de pulmón, el melanoma y el coriocarcinoma son los tumores que metastatizan al cerebro con mayor frecuencia.
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Alteraciones de la coagulación de la sangre, muchas veces por la toma de anticoagulantes como el sintrom, o por falta de plaquetas (trombopenia)
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Malformaciones de las arterias o venas cerebrales, como la presencia de aneurismas.
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Consumo de drogas, como anfetaminas o cocaína. Son la causa más frecuente de hemorragia cerebral en menores de 45 años.
¿Qué síntomas produce el sangrado en el interior del cerebro?
Una hemorragia cerebral produce un
defecto neurológico de rápida aparición. En general, la mayoría de hemorragias evolucionan durante 1 o 2 horas, si bien el sangrado por alteraciones de la coagulación de la sangre puede evolucionar durante 1 o 2 días. El déficit neurológico es muy variable, en función de la zona cerebral afectada. En general, los síntomas más habituales son:
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Pérdida de fuerza en una mitad del cuerpo (brazo y pierna del mismo lado, contrarios a la zona cerebral donde está la falta de riego) acompañado o no de desviación de la comisura de la boca o dificultades para hablar.
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Torcedura de la boca hacia un lado.
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Hormigueo, acorchamiento o pérdida de sensibilidad en una mitad del cuerpo (brazo y pierna del mismo lado).
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Dificultad para emitir cualquier sonido (afasia) o para hablar normalmente o poder expresarse.
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Dificultad para entender lo que se le dice.
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Pérdida súbita de la visión por un ojo o ceguera total.
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Dificultad para mantenerse de pie por falta de equilibrio o desviación hacia un lado al caminar.
Además del defecto neurológico, suele existir
dolor de cabeza (cefalea) cada vez más intenso y
vómitos, ambos como consecuencia del crecimiento de la hemorragia en el interior del cerebro. Con mucha frecuencia se produce también tendencia al
adormecimiento, sopor y coma, lo que indica un peor pronóstico.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de una hemorragia cerebral se establece tras la realización de un
TAC que demuestra la presencia de sangre en el interior del cerebro. Además se deben realizar
análisis de sangre que muestren si existe algún trastorno de la coagulación o plaquetas bajas. Posteriormente, si la causa de la hemorragia no está clara (fundamentalmente en personas jóvenes sin hipertensión arterial), se deben realizar pruebas (como una
RMN y una
angiografía cerebral) para intentar determinarla.
¿Es hereditaria?
Algunas enfermedades hereditarias de la coagulación pueden favorecer el desarrollo de una hemorragia cerebral. Sin embargo, la mayoría de los casos no se deben a ninguna enfermedad hereditaria.
¿Puede prevenirse la hemorragia cerebral?
El control adecuado de la presión arterial, así como el de la coagulación en personas que reciben anticoagulantes (sintrom) y el abandono del consumo de drogas pueden prevenir la aparición de una hemorragia cerebral. En personas de edad avanzada en las que se sospecha angiopatía amiloide se deben evitar los antiagregantes (aspirina) y los anticoagulantes (sintrom).
¿Cuál es el pronóstico de los pacientes afectados?
La mitad de los pacientes con una hemorragia cerebral fallecen. Muchos de ellos se recuperan quedando con secuelas para toda la vida, dependiendo del tamaño de la hemorragia y de su localización.
¿Cuál es el tratamiento para hemorragia en el cerebro?
La primera medida a tomar ante una hemorragia cerebral es estabilizar al paciente, manteniendo las constantes vitales y la vía respiratoria permeable. La presión arterial debe controlarse pero no debe bajarse exageradamente.
Muchos pacientes necesitan ser intubados y conectados a un respirador artificial.
En muchos pacientes puede ser necesaria la
intervención quirúrgica para evitar la muerte, sobre todo si el lugar de sangrado es el cerebelo o si hay un deterioro neurológico progresivo.
Debe evaluarse si existe alguna causa potencialmente tratable que favorezca el sangrado cerebral. Si las plaquetas están bajas en sangre deben administrarse concentrados de plaquetas como si fuera una
transfusión. Si el sangrado se produce en un paciente en tratamiento con sintrom, debe retirarse el sintrom y
administrarse plasma fresco por la vena.
Las personas que sobrevivan con secuelas deben realizar
rehabilitación.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.