Diccionario de enfermedades

Fiebre en niños

Causas y tratamiento de la fiebre en niños

¿Cuánto es fiebre en niños?


La temperatura corporal normal se mantiene entre 36,5º C y 37,5º C. En los niños se considera que existe fiebre cuando la temperatura es superior a:
  • 38º C medida en el recto.
  • 37, 5º C medida en la boca.
  • 37,2º C medida en la axila.
La fiebre es uno de los motivos de consulta más frecuente en Atención Primaria. Entre el 19 y el 30 % de los enfermos consultan por ese motivo. La fiebre elevada en niños puede acompañarse de dolor de cabeza, tiritona, sudoración, malestar general, somnolencia o irritabilidad. En niños muy pequeños puede asociarse con decaimiento, falta de movilidad y la posibilidad de desarrollar convulsiones febriles. Además, la pérdida de calor asociada a la fiebre se acompaña de pérdida de líquidos, tanto por el aumento de sudoración que produce, como por pérdidas de líquido por la respiración, por lo que puede llevar a la deshidratación si los líquidos no se reponen.

¿Cuáles son las causas de la fiebre en niños?


Las causas de fiebre en los niños son múltiples. Las más frecuentes son:
  • Infecciones (otitis, faringitis, bronquitis, sinusitis, neumonías, gastroenteritis o infecciones de orina).
  • Algunas vacunaciones. Pueden producir fiebre, en general de baja intensidad, horas o días después de ser administradas.
  • Más raramente algunas enfermedades inflamatorias, la toma de algunas medicinas o la presencia de tumores.
  • La aparición de los dientes. Puede elevar levemente la temperatura, generalmente nunca por encima de 37,7ºC.
Algunos niños pueden tener elevación de la temperatura como consecuencia de un exceso de abrigo, un ambiente muy caluroso, un escaso aporte de líquidos, por pérdidas excesivas de líquidos, etc. En estas situaciones no se considera que exista realmente fiebre.

Diagnóstico


En la mayoría de las ocasiones en las que se produce fiebre el diagnóstico es evidente por la presencia de otros síntomas o signos, por ejemplo en la fiebre asociada a una gripe. En algunas circunstancias, sin embargo, la fiebre puede ser la única manifestación de la enfermedad. En estas situaciones la mayor dificultad es saber si la fiebre es debida o no a una infección grave de causa bacteriana. Los niños que suelen estar más expuestos a infecciones bacterianas graves son:
  • Los niños prematuros.
  • Los niños que precisaron ventilación mecánica o tuvieron una infección en la sangre (sepsis) tras el nacimiento.
  • Los niños menores de 3 meses.
  • Los niños con enfermedades crónicas: enfermedades del corazón, del riñón o procesos malignos.
  • Los pacientes inmunodeprimidos (con bajas defensas): anemia de células falciformes, ausencia de bazo, SIDA, tratamiento de quimioterapia, diversas enfermedades de la sangre, tratamiento crónico con corticoides.
El médico deberá valorar si la fiebre puede o no ser debida a un proceso grave. Para ello suele ser necesario realizar una exploración cuidadosa del niño y, en ocasiones, la realización de pruebas complementarias específicas como análisis de sangre y orina, radiografías, ecografías, etc.



Tratamientos


Cuando un niño tiene fiebre, el objetivo principal es encontrar la causa y tratarla. Pero cuando la fiebre persiste o afecta a su estado general, se plantea la necesidad de pautar un tratamiento sintomático. Ha habido gran controversia en los últimos años sobre si se debe tratar o no la fiebre. Los autores partidarios de no tratarla argumentan que la fiebre es un importante mecanismo de defensa que, al menos en el caso de las enfermedades infecciosas, contribuye a la lucha contra la infección. Si bien no se ha demostrado que la fiebre sea perjudicial para los seres humanos, existe una tendencia general a intentar disminuir la temperatura corporal. Este tratamiento no representa siempre un aumento del bienestar para el paciente y puede provocar cambios bruscos de temperatura con sudoración profusa y escalofríos.

Una temperatura levemente elevada que no produce síntomas no suele requerir tratamiento. Sin embargo en determinados casos si está justificado bajar la fiebre como:
  • En niños que presenten una afectación importante del estado general con temperaturas altas (>39-40 ºC).
  • En niños de entre 3 meses y 5 años. Aunque se puede respetar bajo vigilancia una fiebre por debajo de 38,5 °C, especialmente en el niño mayor, está indicado tratar una temperatura que supere ese valor en el lactante ya que es más sensible, y además de presentar irritabilidad, pérdida de apetito, etc., tiene más riesgo de desarrollar deshidratación y convulsiones febriles (2-5% de los casos).
  • En pacientes que padezcan una enfermedad grave previa que pueda descompensarse, sobre todo niños con enfermedades cardiovasculares o enfermedades pulmonares. Este tipo de enfermedades son especialmente sensibles a los efectos adversos de la fiebre, como taquicardia, respiración agitada y aumento de las necesidades metabólicas y del consumo de oxígeno.
  • En niños con antecedentes de convulsiones febriles, aunque ninguna medicina para bajar la fiebre ha demostrado ser eficaz en la prevención de la recurrencia de convulsiones febriles.
  • En situaciones especiales como en niños con defensas bajas (inmunodeprimidos) o con otras enfermedades crónicas.
  • Para alivio de otros síntomas de la enfermedad. Muchos fármacos antitérmicos también son analgésicos.
De igual modo es importante educar a los padres en el sentido de que la fiebre por sí misma no causa daño al niño y explicarles que puede ser difícil su descenso, sobre todo inicialmente. Ocurre muchas veces que no es fácil bajar la fiebre en las primeras 12-24 horas, por lo que no se debería insistir en la administración continua de antitérmicos.

Cuando la fiebre es alta o produce síntomas:
  • Se debe evitar taparse o abrigarse.
  • Pueden administrarse antipiréticos y/o anti-inflamatorios. En niños y adolescentes no se recomienda administrar aspirina (ácido acetilsalicílico) dado que se han descrito casos de hepatitis fulminante (Síndrome de Reye). El tratamiento de elección es el paracetamol o el ibuprofeno. En general puede administrase paracetamol cada 6 horas en una dosis ajustada al peso o ibuprofeno cada 8 horas. Algunos médicos recomiendan alternar entre ambos si horas después de dar uno de ellos la fiebre no ha bajado lo suficiente o si la fiebre vuelve a subir mucho antes de que toque la siguiente toma. En cualquier caso no existen suficientes datos que apoyen este tipo de alternancia y algunos médicos la desaconsejan. En niños que no toleren la vía oral, por ejemplo por vómitos, pueden administrarse por vía rectal en forma de supositorios.
  • Si la fiebre no baja con la medicación, pueden utilizarse medidas físicas para descenderla. Es conveniente poner compresas frescas (no frías) en la frente, cuello, axilas, inglés o brazos y/o proceder a un baño de agua templada. No se debe sumergir al niño en agua fría ni utilizar friegas con alcohol.
  • Dado que la fiebre favorece la deshidratación se deben administrar abundantes líquidos (agua, refrescos, sopas, infusiones, helados) o gelatinas.

¿Cuándo acudir al médico de atención primaria por la fiebre en niños?


En niños siempre se debe acudir al médico de atención primaria o al pediatra si existe fiebre durante más de 24 o 48 horas.

¿Cuándo se debe acudir a la Urgencia por la fiebre en niños?


Según la Academia Americana de Pediatría, se debe acudir a una urgencia o se debe contactar inmediatamente con un pediatra si la temperatura rectal es:
  • Mayor de 38ºC en niños menores de 2 meses.
  • Mayor de 38,3ºC en niños de entre 3 y 6 meses.
  • Mayor de 39,4ºC en niños mayores de 6 meses.
También se debe acudir a la urgencia si la fiebre aparece en:
  • Niños recién nacidos.
  • Niños como problemas en sus defensas o con enfermedades crónicas graves.
  • Niños que recientemente han viajado a un país tropical.
  • Niños con afectación importante del estado general (tendencia al sueño, apatía, decaimiento importante, dificultad para caminar).
  • Niños con gran irritabilidad o llanto incontrolable.
  • Si la fiebre se acompaña de dolor en una determinada localización (dolor intenso de cabeza, dolor de oídos, dolor al orinar, dolor de tripa).
  • Si la fiebre se asocia con vómitos o diarrea importante que puedan llevar a una deshidratación.
  • Si la fiebre se acompaña de otros síntomas que sugieran gravedad (dificultad para respirar, coloración azulada, aparición de manchas y hematomas en la piel, convulsiones, etc.).
La fiebre puede no ser debida a una causa seria si el niño:
  • Tiene ganas de jugar.
  • Se mantiene activo y sonríe.
  • Come y bebe adecuadamente.
  • No tiene tendencia al sueño.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.