Los efectos secundarios de la vacunación, o
reacciones vacunales, se pueden agrupar en:
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Leves. Son las más frecuentes y dependen del tipo de vacuna administrada, pudiendo presentarse hasta en un 15 a 20 % de los niños vacunados:
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Eritema o enrojecimiento en el lugar de la inyección. Suele ser pasajero y puede tratarse mediante la aplicación local de una compresa fría.
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Dolor en la zona de la inyección. Si es importante, puede darse un analgésico como paracetamol o ibuprofeno.
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Febrícula (fiebre de bajo grado) que suele presentarse entre 6 y 24 horas tras la vacunación.
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Aparición de un pequeño bulto duro en el lugar de la punción. Puede ser doloroso si lo apretamos con las manos. Desaparece espontáneamente al cabo de 1 ó 2 semanas.
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Graves. Son mucho más raras (menos del 5% de los niños vacunados):
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Fiebre alta (38,5 – 40ºC): Puede presentarse después de la administración de casi todos los preparados vacunales y, si aparece, debe administrarse al niño un antitérmico (una medicina para bajar la fiebre como paracetamol o ibuprofeno).
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Convulsiones. Las vacunas, al producir fiebre, pueden desencadenar convulsiones febriles en niños con predisposición a ellas.
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Dolor de cabeza, irritabilidad, enfermedad neurológica (encefalitis, meningitis, síndrome de Guillain-Barré, neuritis).
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Trombopenia (descenso del número de plaquetas).
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Dolor intenso en el lugar de la administración de la vacuna, acompañado de edema (hinchazón) del miembro.
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Reacción alérgica a la vacuna o a algún componente de ella, como proteínas de huevo. Puede producir la aparición de una urticaria, un angioedema, un ataque de asma o, en los casos, graves, una bajada importante de la tensión arterial, pérdida de conocimiento y muerte.
Los signos de alarma que nos deben llevar a acudir al pediatra/médico son:
Si aparece fiebre o dolor local tras la vacunación, debe administrarse al niño un antitérmico (paracetamol o ibuprofeno) y consultar con su pediatra en caso de que la fiebre se mantenga más de 24-48 horas o aparezcan otros síntomas.
Cualquiera de las reacciones graves descritas anteriormente obliga a consultar de forma inmediata.
Efectos adversos de la vacunación
Según la vacuna administrada, los efectos adversos pueden ser diferentes.
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Vacuna Difteria/tétanos/tos ferina (DTP). Se pueden dar, con muy poca frecuencia, reacciones locales de mayor intensidad, llanto intenso continuo de más de tres horas, fiebre elevada, convulsiones o episodios de palidez e hipotonía (quedarse el cuerpo como muerto), probablemente en relación con el componente de tos ferina. Son menos frecuentes si se usa la vacuna acelular. No está claramente demostrado que pueda producirse una encefalitis (inflamación del cerebro) por DTP.
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Vacuna tétanos/difteria de adulto (dT). Se ha relacionado en muy raras ocasiones con un tipo de parálisis reversible denominada síndrome de Guillain-Barré. Otra reacción adversa muy infrecuente es la neuritis braquial por la vacuna del tétanos; parece ser que a mayor número de dosis recibidas, aumenta la incidencia de efectos adversos.
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Vacuna sarampión/paperas/rubéola (SRP). Puede provocar una erupción cutánea leve acompañada de fiebre a los 7-14 días de su administración, debido al componente de sarampión, simulando una enfermedad leve. Por este mismo componente y de forma excepcional, pueden producirse reacciones adversas graves como trombopenia (bajada de plaquetas). Se ha descrito asociación, que no se ha podido demostrar, con infecciones cerebrales (encefalitis o con panencefalitis esclerosante subaguda), con autismo y con enfermedad inflamatoria intestinal. Ocasionalmente se ha descrito dolor e inflamación de las articulaciones por una reacción al componente de la rubéola, que suele ser pasajero. También pueden aparecer adenopatías (ganglios) y erupciones cutáneas leves. Se han descrito casos de trombopenia (descenso del número de plaquetas en la sangre) de corta duración sin signos de sangrado. El componente de parotiditis puede provocar una infección leve con inflamación de las parótidas (paperas), que no es transmisible. Se estima un riesgo de infección cerebral (encefalitis) de 1 caso por cada 2,5 millones de dosis y un riesgo de meningitis (infección de las meninges) aún menor. Otros efectos secundarios raros son la aparición de convulsiones febriles, artritis, miositis (inflamación de los músculos) aguda, sordera neurosensorial u orquitis (inflamación de los testículos). Se pueden producir reacciones de tipo alérgico, probablemente relacionadas con las proteínas de huevo que puede contener.
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Vacuna de polio oral. De forma impredecible, algunos niños sanos que reciben la vacuna oral de la polio pueden presentar un cuadro de parálisis de una extremidad, similar al que produciría la enfermedad, denominado poliomielitis vacunal. El riesgo estimado es de un caso por cada 2,4 millones de dosis. Los niños con defensas bajas (inmunodeprimidos) tienen un riesgo mucho mayor de polio tras la vacunación. Este problema no se presenta con la vacuna intramuscular, pues el virus está inactivado (muerto).
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Vacuna de hepatitis B. Se ha relacionado la vacuna de la hepatitis B con la esclerosis múltiple u otras enfermedades neurológicas desmielinizantes, pero no hay evidencias científicas que apoyen esta relación. La vacuna puede producir náuseas, fiebre o, en casos excepcionales, reacciones alérgicas leves como urticaria, edema o asma, probablemente en relación con el tiomersal, un conservante presente en algunas vacunas. Estas reacciones son más leves en niños y adolescentes que en adultos. Manifestaciones más graves como eritema nodoso, glomerulonefritis o uveítis son excepcionales.
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Vacunas frente a Haemophilus Influenzae tipo b y Meningococo C. No se conocen efectos adversos, salvo reacciones locales leves y febrícula.
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Vacuna de la gripe: con frecuencia provoca reacciones locales leves o fiebre, que son menos frecuentes si se usa la vacuna de virus fraccionados o subunidades. En raras ocasiones se dan reacciones de tipo alérgico en relación con las proteínas de huevo que puede contener.
No existen evidencias científicas de que exista una relación causa-efecto entre ninguna clase de vacuna y el
síndrome de muerte súbita infantil.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.