El cérvix o cuello uterino se sitúa en la parte inferior del útero, al final de la vagina. El
carcinoma de cérvix es uno de los
cánceres del aparato sexual femenino más frecuentes. Cada año se diagnostican en el mundo aproximadamente 490.000 nuevos casos y hay 270.000 muertes a causa del mismo.
¿Cuáles son las causas del cáncer de cérvix?
En la mayoría de las mujeres, el agente responsable de que se desarrolle un cáncer de cérvix es la infección por el
virus del papiloma humano (VPH). Esta infección es más frecuente en mujeres con antecedentes de relaciones sexuales y embarazos precoces, en mujeres con múltiples relaciones sexuales con diferentes parejas (promiscuidad sexual) y en aquellas con historia de enfermedades de transmisión sexual. Años después de la infección por el VPH, se producen lesiones precancerosas (lo que se denomina
displasia) en el cuello del útero que, de forma subsiguiente años más tarde, dan lugar a un cáncer.
El riesgo de cáncer de cérvix es también mayor en las mujeres fumadoras y en las mujeres que tienen las defensas bajas como consecuencia del tratamiento con diversas medicinas o como consecuencia de padecer cualquier enfermedad que baje las defensas. Por ejemplo, en las mujeres que están infectadas por el virus del SIDA el riesgo de cáncer de cérvix es de 5 a 8 veces superior al de las mujeres sin SIDA de la misma edad.
Síntomas del cáncer de cuello uterino
El cáncer de cérvix es un tumor de crecimiento lento, por lo que es muy importante su diagnóstico precoz. De hecho, en la mayoría de las ocasiones no produce ningún síntoma y el diagnóstico se establece en una revisión ginecológica de rutina.
Si produce síntomas, los más frecuentes son:
-
Flujo y/o sangrado vaginal. El sangrado puede ser tan leve como una única gotita de vez en cuando.
-
Sangrado vaginal después de mantener relaciones sexuales.
-
A veces, cuando está avanzado y afecta a los nervios de la zona, dolor en la zona de la pelvis o en la zona del sacro (rabadilla).
¿Cómo se diagnostica el cáncer de cérvix?
Lo más importante es llegar a un diagnóstico precoz de las lesiones que pueden ser precursoras del tumor, para poner así un tratamiento antes incluso de que el cáncer llegue a desarrollarse.
Todas las mujeres deben realizarse un
examen ginecológico al menos una vez al año, que incluya una
citología vaginal o
Papanicolau. Si en la citología hubiera alguna alteración, se debe visualizar el interior de la vagina y el cuello del útero
(colposcopia) y si se observaran lesiones sospechosas, obtener biopsias de la zona. En ocasiones se precisa obtener una zona más amplia del cuello del útero para estudiarla, lo que se denomina conización.
Para realizar una citología se separan las paredes de la vagina introduciendo un espéculo y, con un cepillo, se toma una muestra del cuello del útero mediante raspado. El material obtenido se observa al microscopio realizando una tinción que recibe el nombre de Papanicolau.
En caso de diagnóstico de cáncer, se suele solicitar una
gammagrafía ósea, un TAC, una RMN y/o un PET para ver la extensión local y a distancia del tumor. La extensión se puede dividir en estadios:
-
Estadio I. Cáncer localizado en el cuello de útero.
-
Estadio II. El cáncer se extiende a la parte superior de la vagina o a las zonas de alrededor, pero sin afectar al suelo de la pelvis.
-
Estadios III. El cáncer se extiende al suelo de la pelvis o a zonas más bajas de la vagina.
-
Estadio IV. El cáncer invade el recto, la vejiga o se extiende a zonas más lejanas (metástasis). Los lugares más habituales de metástasis del cáncer de cervix son los pulmones y los huesos.
La mitad de las pacientes se diagnostican en estadio I y la otra mitad en estadios II y III.
¿Qué pronóstico tiene la enfermedad?
Los principales factores que influyen en su pronóstico son el tamaño del tumor y su extensión. La supervivencia a los 5 años de las pacientes diagnosticadas en estadio I es superior al 90% (90 de cada 100 siguen vivas después de 5 años), de las diagnosticadas en estadio II es superior al 65% y en estadio III superior al 35%. Por ello, es de vital importancia un diagnóstico precoz ya que se puede curar completamente en un alto porcentaje de los casos.
Tratamiento del cáncer de cérvix
El tratamiento depende de la edad de la paciente, de la extensión del cáncer y de la presencia de otras enfermedades asociadas. El tratamiento se basa fundamentalmente en la
cirugía y en la
radioterapia, pero en determinadas circunstancias también se utiliza la
quimioterapia.
-
La cirugía se emplea sobre todo en tumores en etapas precoces con la intención de eliminar totalmente el tumor. Se suele realizar una histerectomía radical (extirpar el útero completamente, el cérvix, parte de la vagina y algunos tejidos cercanos, como los ganglios). En casos de displasia o cuando el cáncer de cérvix se encuentra muy localizado y es muy pequeño, se puede realizar una histerectomía simple (extirpar solo el útero y el cérvix) o incluso extirpar sólo el cuello del útero (conización). Dependiendo de las características del tumor, el médico decidirá que técnica utilizar. La cirugía puede también emplearse para operar metástasis aisladas.
-
La radioterapia se puede utilizar para el tratamiento del cáncer de cérvix en estadios precoces, bien después de la cirugía o en sustitución de la misma, habitualmente asociada a tratamiento con quimioterapia. También puede utilizarse como primera alternativa en el cáncer de cérvix localmente avanzado (estadios II a IV) asociada a quimioterapia. La radioterapia puede ser administrada de 2 maneras:
-
Braquiterapia. Consiste en la colocación de una fuente de radiación directamente en el interior de la vagina. El dispositivo que emite la radiación puede ser de baja intensidad, en cuyo caso se coloca durante 2 o 3 días, las 24 horas del día, mientras se está ingresada en el Hospital, o de alta intensidad, en cuyo caso se coloca durante tan solo unos minutos en diferentes días, generalmente 4 o 5, y sin necesidad de permanecer ingresada.
-
Radioterapia externa administrada con un aparato desde fuera de la piel.
-
La quimioterapia también elimina las células tumorales y puede emplearse asociada a los otros tratamientos. Muchos de los medicamentos que se utilizan, ayudan a que la radioterapia sea más eficaz (sensibilizadores de la radiación). En pacientes con metástasis generalizadas el tratamiento es también la quimioterapia.
Una vez que se ha completado el tratamiento, se debe acudir periódicamente a todas las revisiones que el médico recomiende para valorar la evolución y detectar de forma precoz la posible reaparición del tumor. Si esto sucediera se debe tratar de nuevo.
Cáncer de cérvix y embarazo
Si se realiza una
histerectomía o se irradia la pelvis no es posible quedar embarazada. Por tanto, una mujer en edad fértil debe tomar decisiones sobre el tratamiento a recibir en función de si quiere concebir hijos. Las opciones únicamente son válidas en tumores muy localizados (estadio I) y son:
-
Conización. Extirpar únicamente la zona del cuello del útero donde se encuentre el cáncer. Solo es una opción válida en estadios muy precoces y localizados del cáncer. Se suele realizar con anestesia general, a través de la vagina, y la paciente suele poder irse a casa en el mismo día.
-
Traquelectomía. Extirpar el cuello del útero, los tejidos cercanos y los ganglios de la pelvis manteniendo el útero. Se realiza con anestesia general, a través de la vagina, abriendo el abdomen o mediante laparoscopia. En general se suele obtener primero una biopsia de los ganglios cercanos para confirmar que no están afectados y asegurar que se puede seguir con el procedimiento de forma segura. Si los ganglios estuvieran afectados habría que proceder con una operación más radical (histerectomía) no pudiéndose preservar la fertilidad.
En ocasiones, tras la realización de alguna de estas intervenciones, se observa que el tumor está más extendido de lo que inicialmente se pensaba o que no ha sido extirpado por completo. En estas circunstancias deben recomendarse tratamientos más agresivos que impiden mantener la fertilidad.
Tras la conización o traquelectomía se debe esperar varios meses (entre 6 y 12) para que la zona cicatrice y pueda intentarse un embarazo. La tasa de infertilidad en estas mujeres es mayor que la de la población general, por tanto, incluso tras haber intentado preservar la fertilidad, es posible que la mujer no pueda quedar embarazada. En general se debe a problemas locales que impiden un paso adecuado del esperma tras la cirugía. Esto puede ser fácilmente resuelto mediante inseminación intrauterina.
En ocasiones el cuello del útero queda abierto (
insuficiencia cervical) lo que puede favorecer que se produzcan abortos o partos prematuros.
Prevención del cáncer de cuello uterino
El cáncer de cérvix tiene relación directa con la infección por un virus que se transmite a través de las relaciones sexuales,
el virus del papiloma humano. En el momento actual se dispone de una
vacuna de eficacia demostrada. Se recomienda su administración antes de la primera relación sexual para evitar la infección por el virus y así evitar el posterior desarrollo del cáncer. La vacuna que está disponible en España tiene los genotipos 6, 11, 16 y 18, y protege frente al desarrollo de cáncer de cérvix y de verrugas genitales (
condilomas). A pesar de que la vacuna reduce enormemente el riesgo de cáncer no protege totalmente, por lo que siguen siendo necesarios los controles ginecológicos periódicos, los cuales han demostrado detectar lesiones precancerosas (displasia) de forma precoz.
Si tengo VIH, ¿hay algo más que deba saber?
Las mujeres infectadas por el VIH tienen un mayor riesgo de infectarse por el VPH y de desarrollar cáncer. Para evitarlo, al menos inicialmente, deben hacer las revisiones ginecológicas con una mayor frecuencia que las mujeres que no tienen infección por VIH. Se tienen que hacer una
revisión ginecológica con citología cada 6 meses tras el diagnóstico de la infección por VIH, y anualmente una vez obtenidos 2 resultados negativos. El médico recomendará probablemente revisiones más frecuentes si además existe infección por el VPH. El tratamiento del cáncer de cérvix no difiere del que se realiza en las mujeres que no tienen infección por VIH. Además del tratamiento adecuado para el cáncer, deben administrarse medicamentos contra el virus del SIDA de forma precoz.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.