Una
artritis reactiva es una
artritis (inflamación de las articulaciones)
que aparece como reacción a una infección en algún otro lugar del cuerpo, generalmente una infección en el
intestino (gastroenteritis),
en la orina (uretritis o cistitis)
o una enfermedad de transmisión sexual. Suele aparecer en personas jóvenes que son positivas para un marcador genético llamado HLA B27. Generalmente afecta a la columna vertebral y a las articulaciones de los brazos o de las piernas.
¿Cuáles son las causas de la artritis reactiva?
La artritis reactiva es una
reacción a una infección en otra parte del cuerpo. La inflamación articular no se produce porque el germen se haya extendido a la articulación y la haya infectado, sino porque las propias defensas que atacan a la infección en la localización original, se equivocan y atacan también a las articulaciones propias.
Síntomas de la enfermedad
La artritis reactiva puede producir desde una inflamación leve en una única articulación, hasta una afectación más grave, con afectación de múltiples articulaciones. Los pacientes refieren el antecedente de una infección (generalmente de orina, intestinal o sexual) entre 1 y 4 semanas antes. Los síntomas más frecuentes son:
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Fiebre, malestar general, pérdida de apetito, pérdida de peso y cansancio.
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Artritis (inflamación de las articulaciones). La artritis suele ser asimétrica y se caracteriza porque durante una o dos semanas se van afectando nuevas articulaciones, fundamentalmente la rodilla, el tobillo, el pie y los dedos del pie, aunque también pueden afectarse el codo, las muñecas y los dedos de la mano. El dolor en la articulación suele ser intenso y es frecuente que se acompañe de inflamación y acúmulo de líquido en su interior. Es habitual que se inflame un único dedo de la mano o del pie (dactilitis) o que se afecte la articulación sacroiliaca (sacroileitis) o la columna.
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Uretritis (inflamación de la uretra), prostatitis (inflamación de la próstata), cervicitis (inflamación del cuello del útero) o salpingitis (inflamación de las trompas de Falopio), las cuales pueden producir dolor en la zona genital (pene, o meato urinario en mujeres), dolor o escozor al orinar, dolor perineal, emisión de flujo vaginal o descarga de pus por la uretra. La uretritis puede ser consecuencia de una enfermedad de transmisión sexual que ponga en marcha la artritis reactiva, pero también puede ser un síntoma más del episodio reactivo frente a una infección en otra localización.
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Afectación ocular. Puede producir una conjuntivitis con picor y enrojecimiento ocular o una uveítis, una inflamación del interior del ojo, que produce dolor ocular, con molestias por la luz (fotofobia) y lagrimeo y que puede ser grave, incluso llevar a la pérdida de visión.
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Lesiones en la piel y en las mucosas. Pueden aparecer úlceras en la boca, en el ano o en el pene y lesiones en la piel parecidas a vesiculitas, sobre todo en palmas y plantas.
¿Cómo se diagnostica?
No existe ninguna prueba especial que permita un diagnóstico rápido y seguro de una artritis reactiva, tratándose por lo tanto de un
diagnóstico clínico. Entre un 50 y un 85 por ciento de los pacientes son
HLA B27 positivos. En ocasiones se puede demostrar la presencia de un germen que justifique la gastroenteritis o la uretritis precipitante. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, la infección ya ha desaparecido en el momento de la aparición de la artritis. Las radiografías de las articulaciones suelen ser normales.
¿Es hereditaria?
Existe un componente hereditario dado que la artritis reactiva aparece con más frecuencia en personas que son HLA B27 positivas, un marcador que se hereda.
¿Es contagiosa?
La artritis reactiva
no es una enfermedad
contagiosa.
Tiene un componente hereditario, no es contagiosa y puede prevenirse con un tratamiento antibiótico temprano
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¿Puede prevenirse?
En ocasiones el
tratamiento antibiótico temprano de la enfermedad infecciosa que desencadena el cuadro (por ejemplo una uretritis por Chlamydia) puede evitar la artritis reactiva.
¿Cuál es el pronóstico de los pacientes afectados?
En algunos pacientes las molestias articulares de la artritis reactiva pueden quedarse crónicas o pueden posteriormente aparecer de forma recurrente.
¿Cuál es el tratamiento de la artritis reactiva?
El tratamiento de la artritis reactiva puede realizarse con:
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Anti-inflamatorios. Son la primera línea del tratamiento. Deben administrarse de forma continua, en ocasiones asociados a analgésicos (paracetamol).
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En los casos de artritis persistentes en el tiempo, puede ser eficaz la sulfasalazina, al igual que la azatioprina.
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El tratamiento con medicamentos inyectados (anti-TNF) ha demostrado su eficacia en algunos pacientes.
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Los corticoides por vía oral o intravenosa no mejoran la enfermedad aunque algunos pacientes experimentn alivio con inyecciones de corticoides en el interior de la articulación inflamada (intraarticulares).
La
uveítis suele responder al
tratamiento con anti-TNF, si bien puede requerir la inyección de
corticoides en el interior del ojo, la utilización de
gotas oculares que abren la pupila y, a veces, la utilización de corticoides por boca.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.