Grandes profesionales enfermeros han visto reconocido este año su loable esfuerzo y dedicación por mejorar los cuidados que recibe el usuario y paciente en los Premios Enfermería en Desarrollo. Todos ellos personifican también de manera encomiable el innegable avance experimentado por la profesión en los últimos tiempos.
Unos galardones que rindieron un sentido homenaje a Isabel Zendal, una enfermera gallega declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la primera enfermera en Misión Internacional de la Historia, y que reconocieron también el apoyo de la conocida periodista Ana Pastor al colectivo enfermero.
Como familiar de un ser muy querido que ha visto en primera persona cómo la labor de la Enfermería salva vidas, la periodista solo tuvo palabras de agradecimiento y reconocimiento a los profesionales, concluyendo que, por su formación, trabajo y calidad humana, representan la mejor “marca España”.
Una catalogación llena de razón que, lamentablemente, sigue contrastando con la realidad laboral que los profesionales enfermeros españoles viven todos los días. Si es totalmente cierto que, por su excelente cualificación y desempeño profesional, nuestro país puede sentirse orgulloso de ellos, también lo es que nuestros responsables políticos no deben de pensar lo mismo, porque no atienden sus demandas e intereses como se merecen.
Los gobiernos aseguran que ya ha pasado la crisis y que nuestra economía ya está creciendo, pero seguimos sin ver mejoras reales en las condiciones de trabajo. Durante los últimos años, los profesionales enfermeros, al igual que otros, se han sacrificado, perdiendo hasta un 30 por ciento de nuestro poder adquisitivo, y continúan sin recuperar los derechos laborales que les quitaron de un plumazo.
Y no solo deterioraron su situación laboral sino que también les engañaron gravemente. Claro ejemplo es la modificación de la normativa acordada con el colectivo para regular el reconocimiento de la prescripción enfermera. El anterior ministro de Sanidad claudicó a los intereses de la elite médica y aprobó un Real Decreto que, además de inaplicable, ha puesto a los profesionales enfermeros en una clara situación de indefensión jurídica.
Meses después de su aprobación, el sindicato que presido, junto al Consejo General de Enfermería, seguimos luchando para que cambien las cosas y se subsane esta tremenda injusticia.
Por el momento, ya se ha conseguido un gran logro y es que los tribunales de justicia empiezan a darnos la razón. En concreto, un juzgado de Euskadi ha suspendido la Instrucción del Servicio Vasco de Salud que obligaba a las enfermeras a vacunar sin tener la prescripción previa del médico. Una práctica generalizada en todas las comunidades autónomas con motivo de la actual campaña de vacunación y que desde la Mesa de la Profesión Enfermera se denunció desde el primer momento.
Asimismo, y una vez que la actividad parlamentaria ha vuelto a reanudarse, se han empezado a mantener encuentros con las principales fuerzas políticas con el objeto de que se modifique esta norma. Pendiente está una reunión con la nueva ministra de Sanidad de la que esperamos también un compromiso claro de querer cambiar la actual situación.
Somos la mejor marca España, sin duda, pero ¿hasta cuándo vamos a tener que soportar que los que dirigen los destinos de nuestro país no se den cuenta de ello y realmente actúen para velar, proteger y mejorar el importante valor que suponemos para nuestro sistema de salud y nuestro país?.
El reloj de la actual legislatura lleva días en marcha. No esperaremos a que pasen muchos más para constatar si palabras reiteradas en los discursos gubernamentales como “diálogo”, “negociación” o “pacto”, se hacen realidad por el bien de todos. La cuenta atrás ha comenzado.