“Hay que extender y garantizar el derecho al cuidado a toda la población española”. Con estas palabras terminé mi intervención en un interesante debate, organizado por la Mesa de la Profesión Enfermera, con representantes de los principales partidos políticos que aspiran a gobernar tras las elecciones generales del 26 de junio. Una frase que resume, a las claras y sin ambages, lo que pienso debe ser tarea prioritaria para nuestros próximos gestores sanitarios.
Desde hace bastante tiempo son muchos los expertos, profesionales e, incluso, políticos que coinciden en que nuestro sistema sanitario está abocado a un profundo cambio si realmente quiere atender las necesidades cada vez más complejas de una población, como la española, muy envejecida y con altos índices de cronicidad y dependencia. Necesidades de salud que no son otra cosa que necesidades de cuidados, para que los ciudadanos puedan vivir y morir con calidad.
El análisis y diagnóstico de situación, por tanto, está hecho. Lo que ha faltado hasta ahora es una clara voluntad de los que tienen el poder en sus manos para cambiar las cosas y que no sean, en muchas ocasiones, los propios afectados o sus familias los que tengan que asumir la “carga” de su enfermedad porque la actual cartera de servicios y la gestión de los mismos no resuelve sus problemas.
Seguimos sacando pecho con indicadores, como el número de trasplantes o cirugías realizadas, la dotación en infraestructuras o el aumento de la esperanza de vida, que son muy atractivos y también “populistas” para conseguir el tan ansiado voto en las elecciones, pero que no resuelven los problemas de salud reales, actuales y futuros, de la población española, porque, como ya he dicho, las necesidades de salud son, cada vez más, necesidades de cuidados enfermeros.
Los profesionales de Enfermería somos la solución, y no lo decimos nosotros, sino que organismos internacionales, como la Organización Mundial de la Salud, evidencian esta realidad. Sin embargo, nuestros dirigentes no solo no dan vía libre a esta solución, sino que la bloquean.
Un claro ejemplo es que cualquier propuesta de acción que implica aumentar los ratios enfermeros para cumplir con los estándares europeos choca con los órganos de decisión del Gobierno, los cuales ignoran los beneficios reales de esta medida y evalúan que la propuesta no es “políticamente rentable”, porque supone un enfrentamiento con las élites médicas y no implica un mayor número de votos.
Esta misma manipulación es aplicable al bloqueo de la implantación de los especialistas enfermeros en la asistencia sanitaria, o en el desarrollo de la prescripción enfermera. La propuesta de más enfermeras, con mayor capacidad de resolución y en más espacios es permanentemente bloqueada en aras a evitar un conflicto político, a pesar de ser también una clara “estafa” a nuestra sociedad.
Una estafa porque no se atienden sus problemas de salud y porque, además, la formación de todos estos profesionales exige un esfuerzo y una inversión al sistema de la que no se benefician los ciudadanos. Se permite la fuga de todo ese capital humano y el bloqueo de todo su potencial. Esta es la lamentable realidad actual que vivimos y sufrimos profesionales y pacientes.
Ahora, en plena campaña electoral, oímos a todos los partidos decir que todo, y también la sanidad, va a cambiar a mejor. A todos ellos les pido lo mismo. Que realmente tomen las riendas del sistema sanitario y encaucen su dirección hacia las necesidades de cuidados de la población.
Es su deber, estén en el Gobierno o en la oposición, y ésta será nuestra lucha como organización que vela por los intereses de los profesionales enfermeros y la mejora del Sistema Nacional de Salud a lo largo de los próximos cuatro años. Sí o sí, tenemos que extender el derecho a la salud al derecho al cuidado.