En estos días cercanos a la festividad de
Sant Jordi comienza la
elección de plazas MIR, una elección que para muchos aspirantes supondrá un inicio en el
mundo laboral médico real y una nueva forma de vivir.
Todos, al pasar por esa elección tenemos en cuenta aspectos como: ¿Dónde viviré durante los siguientes cuatro o cinco años? ¿Prefiero una
especialidad quirúrgica o médica? ¿Un
hospital grande o pequeño? ¿Habrá un ambiente de cordialidad en el trabajo? ¿Se respetará el horario y la libranza de
guardias? ¿Podré publicar y hacer el doctorado durante la residencia? ¿Asistiré a congresos?
¿Me equivocaré con la elección? ¿Me dejarán tomar decisiones de forma progresiva?
Os deseo que en vuestros futuros servicios sepáis agradecer la labor del tutor
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Sin embargo, en mi escueto periplo por el mundo del MIR, hay un aspecto, que no valoramos hasta que nos topamos con él:
la figura del Tutor/a.
Por ello estas palabras,
coincidiendo con la festividad de Sant Jordi son en primer lugar para ti y después para vosotros, que
en breve os incorporaréis al mundo médico real.
La fortuna me ha llevado a toparme con una Tutora que transmite:
ilusión,
pasión,
énfasis por el trabajo que desempeñamos,
mentora exigente y
empática a la vez, que vela porque cumplamos
con el objetivo principal de la residencia: ser buenas personas, que es lo mismo que ser médicos además de tener la mejor formación posible según los recursos disponibles de cada centro.
Permitidme por un instante que me atreva a compararme con el joven
Rob J. Cole, protagonista de la novela
'El Médico' de
Noah Gordon. En ella he tenido la fortuna de encontrar a
Ibn Sina, que en el 2019 se llama:
Dra. Pedrerol.
A vosotros os deseo que en vuestros futuros servicios lo encontréis y sepáis
agradecer la labor que realizan todos aquellos Ibn Sina que todavía quedan en nuestro sistema sanitario.