Durante esta crisis sanitaria, que seguimos viviendo, ha quedado patente que las todas las enfermeras, también las que trabajan en el sector privado, han estado en primera línea de batalla, arriesgando su propia salud, doblando turnos, trabajando hasta la extenuación, todo para que ningún paciente estuviera sin una mano que le sujetara ni unos ojos que le acompañaran, con la esperanza de poder vencer juntos a este virus, como una única sanidad.
La sanidad pública concierta servicios con la privada, empresas que pasan auditorias, que se acreditan y que para conseguirlo tienen unos altos estándares de calidad, algo que no siempre ocurre con otros hospitales.
En esta pandemia se han enviado a los pacientes de la sanidad pública a las camas de hospitalización, de UCI, a Urgencias y a los quirófanos de la sanidad privada, y esto sin duda alguna es porque tanto los profesionales como los hospitales están preparados, atienden y cuidan a los pacientes igual que en el resto y la satisfacción de los mismos así lo demuestra.
La sanidad privada ha cambiado en los últimos años de forma espectacular, no solo en su tamaño, que ya iguala o supera a muchos de los otros hospitales, sino que además la cartera de servicios y la complejidad de muchos de ellos es comparable a la de los hospitales públicos. Además, los grupos privados están incorporando continuamente los mayores avances tecnológicos, apostando por la innovación e investigación de altísimo nivel para poder prestar el mejor servicio posible al mismo ritmo o superior, como es el caso en avances en tratamientos como por ejemplo con las Car-T Cells.
Las enfermeras que trabajan en estos hospitales y centros privados han estudiado también un grado de cuatro años, muchas de ellas cuentan con una especialidad, un máster o son doctoras, son profesoras en la universidad y muchas tutorizan a los alumnos, nuestro futuro profesional, y por encima de todo, sus cuidados son de excelente calidad, están a la altura de lo que se espera de ellas y lo que la sociedad necesita.
Las enfermeras están igual de formadas, tienen la misma experiencia, los mismos programas de formación continuada, las mismas competencias, herramientas y materiales, la misma dedicación, entrega y profesionalidad, entonces ¿por qué no se las trata igual? ¿Por qué hay enfermeras de primera y de segunda? ¿Por qué se discrimina a las enfermeras de la sanidad privada?
Soy enfermera, enfermera gestora, llevo más de 33 años disfrutando de esta profesión de los cuales más de 22 en gestión, pasando por los distintos niveles de la organización y siendo directora de hospitales de distintos tamaños y diferentes formas de gestión. Desde hace ya un año y medio desempeño mi labor en un grupo hospitalario privado, HM Hospitales, como directora territorial de Enfermería en Madrid, un gran reto que me ha hecho descubrir a excelentes profesionales y mejores personas.
Reflexionando y con la experiencia vivida, sobre todo este último año, hay cosas que sigo sin entender. Una de ellas es que, si todas las enfermeras desarrollamos la misma labor y somos iguales, ¿por qué esto no se refleja en los baremos de la bolsa de trabajo, de las OPEs y concursos?
Mi petición es que a todas las enfermeras les sean reconocidos los mismos derechos, que nuestro trabajo se reconozca de la misma forma, que nuestro tiempo trabajado se reconozca igual, por tanto, las enfermeras que trabajan en hospitales universitarios, con una determinada cartera de servicio, complejidad y volumen deberían tener la misma puntuación sin distinción de si el hospital es público o privado.
Desde las distintas administraciones se deberían revisar los baremos de las bolsas de trabajo, de las OPEs y concursos de traslados, con criterios actualizados, con indicadores medibles para solventar estas diferencias no justificables.
Hoy por hoy, vaya al hospital que vaya, estarán las enfermeras que quiero que me cuiden.