Este año, el Día Mundial de la Salud se conmemora bajo el lema “Nuestro planeta, nuestra salud”. Tras la pandemia, vivimos un momento de gran sensibilización con respecto a la crisis sanitaria y ambiental, hasta el punto de que ya son un hecho para casi todos, por lo que este 7 de abril, puede ser una oportunidad para marcar un antes y un después en el cuidado y mantenimiento de nuestra salud y de nuestro entorno de forma indivisible.

Los profesionales de la salud somos imprescindibles para alcanzar este punto de inflexión. Tenemos un claro rol de impulsores y de educadores en relación con nuestro compromiso intrínseco de lograr una mayor equidad en el acceso a los sistemas de salud, así como también en la preservación de los derechos de los individuos y las sociedades.

Lo hacemos de forma directa y personal con la atención y cuidados que ofrecemos en nuestra práctica clínica diaria pero también contribuimos de forma indirecta y como colectivo, estando comprometidos con el diseño de las políticas sanitarias para asegurar una salud universal y garantizando los estándares formativos de calidad de los profesionales.

Sin embargo, no nos encontramos en nuestro mejor momento para afrontar estas nuevas necesidades que la sociedad plantea, siendo imprescindible como mínimo disponer de un entorno laboral estable y digno e incorporar la perspectiva de género en los nuevos modelos de organización y contratación en los servicios de salud.

En nuestro país, los servicios de salud se prestan mayoritariamente por mujeres, por eso, en un día tan importante como el Día Mundial de la Salud toca poner de relieve la situación aún desigual que muchas mujeres sufren en el ámbito sanitario, y en concreto en la Medicina y enfatizar que no podemos predicar sin dar ejemplo como profesión.

Una reciente encuesta elaborada desde el Consejo General de Médicos nos mostraba que dos tercios de las médicas han visto o sufrido situaciones de desigualdad y que el porcentaje de mujeres que sufren acoso laboral es notablemente superior al de los hombres.

Estos datos nos muestran una fotografía que nos debe obligar a reflexionar sobre la necesidad de promover medidas que conduzcan hacia una igualdad de oportunidades, unas medidas que deben de tener como pilar fundamental la educación en igualdad y la corresponsabilidad como clave para construir una sociedad más igualitaria, una maternidad y paternidad más justa y una conciliación real que no perjudique a nadie.


"Dos tercios de las médicas han visto o sufrido situaciones de desigualdad y que el porcentaje de mujeres que sufren acoso laboral es notablemente superior al de los hombres"



Es importante señalar que, a pesar de los avances, la conciliación sigue siendo “cosa de mujeres”. No es una apreciación, la encuesta anteriormente mencionada y presentada este mismo año revelaba que existe un 16,6% del total de los participantes que estaban acogidos a algún tipo de reducción de jornada. Pero, aquí viene el quid de la cuestión, en el caso de las médicas el motivo principal es por el cuidado de hijos e hijas (81%), mientras que en los hombres médicos este porcentaje descendía hasta el 11,6%.

Esta reducción de jornada sigue suponiendo un freno para las mujeres, o al menos así lo perciben más de la mitad, que creen que esta circunstancia tiene algún impacto negativo para su vida profesional en cuanto a posibilidades de desarrollo profesional y/o capacidad económica. Resulta evidente que este tipo de situaciones motivadas por “cuidados” condiciona la carrera profesional de las médicas, desde la elección de la especialidad, buscar trabajos en los que no tengan que hacer guardias que las separen tantas horas de sus hijos, rechazar puestos directivos que impliquen una mayor disponibilidad horaria o pedir una excedencia para cuidar a sus hijos o los mayores a su cargo, variables todas ellas que promueven el denominado “techo de cristal”. ¿Y en que se traduce todo esto? en un menor acceso a puestos de responsabilidad institucional o académica a medida que avanza su desarrollo profesional y, en definitiva, un riesgo para la efectiva implementación de la perspectiva de género en los servicios de salud de nuestro país.

Es imprescindible conocer el alcance que tiene el rol social de la mujer, en los cuidados y la sostenibilidad de los hogares en el ámbito laboral y en el desarrollo de la carrera profesional y si esto supone para las profesionales enfrentarse a un escenario de precariedad que no deberíamos consentir. En ese sentido, desde las profesiones hemos de adoptar un posicionamiento claro: estar alerta ante cualquier problemática que afecte a la ciudadanía y contribuir al diseño de políticas que garanticen la erradicación de las asimetrías agravadas por las circunstancias presentes.

Es obligado buscar soluciones para este tipo de desigualdades. Hay muchas y muy distintas opciones como flexibilizar el mercado laboral y las condiciones de trabajo para poder hacer frente a esta nueva realidad. Desde el Observatorio de Género y Profesión del Consejo de Médicos, y en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, trabajamos para contribuir a alcanzar una igualdad real entre mujeres y hombres y estamos, como siempre, a disposición de todas las administraciones para poder avanzar porque como dijo el ex secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon “la igualdad hacia la mujer es progreso para todos”. Implementar la perspectiva de género de manera transversal en la profesión médica y en todos los ámbitos de la salud, supondrá cuidar mejor de la salud del planeta y de todos los que vivimos en él.

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