Definitivamente, las instituciones profesionales sanitarias de nuestro país y las universidades necesitan reflexionar sobre los métodos de aprendizaje que se están utilizando actualmente en las aulas para adaptarse, primero a las posibilidades que permite la tecnología en el momento actual y segundo a la demanda de un estudiante nacido en un entorno digital cuyas prioridades van más allá de la presencialidad para las clases teóricas.

No se puede ir, como se diría coloquialmente, contra la corriente del río. Obviamente, hay mucho conservadurismo, mucho miedo al cambio o, simplemente, mucha incapacidad para adaptarse a esta evolución que pide a gritos la posibilidad de la formación on line, cuando la realidad es que a los efectos de las clases teóricas actualmente lo extraño, en muchas ocasiones, es no ver las aulas semivacias por la sencilla razón de que la presencialidad no es obligatoria.

Muchos colegios, ya en la actualidad, han desplegado sistemas de enseñanza que permiten a los alumnos un aprendizaje activo y colaborativo, diseñado por proyectos, con una integración curricular que favorece la comprensión y consolidación del conocimiento. Por el contrario, la universidad española, y más aún en el ámbito de la salud, no está sabiendo adaptarse al uso de este tipo de metodologías, que implican por un lado la formación del profesorado y por otro un esfuerzo significativo por parte de los docentes en remodelar el método de enseñanza y como imparten sus clases. Un trabajo que requiere tiempo y dedicación, lo cual, es especialmente complicado en el caso del profesorado clínico.

Los alumnos, al llegar a la universidad, se enfrentan en la mayoría de los casos, a un perfil de aula anclada en el pasado, donde el docente expone magistralmente su conocimiento y experiencia clínica, cuando la realidad es que hoy por hoy, el acceso a los contenidos es sencillo para nuestros alumnos a través de plataformas digitales, comisiones de apuntes, libros electrónicos, tutoriales, podcast, etc. Ellos, nativos digitales, encuentran poco atractivo acudir a clase a escuchar a un docente que no está preparado para las nuevas metodologías de aprendizaje, y finalmente el panorama resulta desolador con aulas vacías, alumnos que no saben valorar el privilegio de años de experiencia clínica y docentes que se quejan de la escasa asistencia de los alumnos a clase.

Por otra parte la necesidad en la formación de profesiones sanitarias es una realidad -en especial en algunas como la enfermería que es la columna vertebral de la atención y el cuidado de los pacientes- y somos incapaces en las grandes ciudades de formar más estudiantes como consecuencia del colapso de los hospitales en estos sitios mientras en otras poblaciones con hospitales más pequeños pero con actividad suficiente para formar a este tipo de profesionales no pueden acceder porque no hay masa crítica para poner en marcha grados presenciales.


"Que una parte de las asignaturas se pueda impartir de forma virtual es beneficioso para la formación, dejando las clases teóricas presenciales para mejorar la comprensión"



Por eso debemos adaptarnos aprovechando las posibilidades que la tecnología nos permite, utilizar las nuevas metodologías de e- learning, que además de hacer más atractiva la docencia, permiten mejorar el aprendizaje de nuestros alumnos y hacerlo más activo. Más atractivo para ellos. Los alumnos deberían venir al aula a discutir, asimilar, integrar el conocimiento y ponerlo en práctica.

Esas son las clases insustituibles, las clases donde el clínico ayuda al alumno a entender y poner en práctica el conocimiento. Y a los efectos de la formación en grados sanitarios lo que determina la empatía y humanización, en nada tiene que ver con las clases teóricas, si no con una formación práctica adecuada.

La posibilidad de ofrecer títulos semipresenciales donde una parte del contenido teórico de las asignaturas se pueda impartir de forma virtual es beneficioso para la formación, dejando las clases teóricas presenciales para mejorar la comprensión de los contenidos teóricos, y dar más valor a la práctica clínica con pacientes "de verdad" que son los que enseñan al alumno lo que es la comunicación y el humanismo en ciencias de la salud. Al final la semipresencialidad no solo pone en valor la clase presencial, sino que favorece otros muchos aspectos como el tiempo de trabajo personal, mejora la conciliación familiar, especialmente para aquellos alumnos que necesitan trabajar, favorecer la integración de hospitales que actualmente no tienen alumnos y evitar desplazamientos innecesarios o el despoblamiento de ciudades en donde no hay posibilidad de estudiar estos grados. La formación semipresencial brinda a los alumnos la oportunidad de trabajar de forma autónoma pero guiada, fomentando tanto su disciplina de trabajo como sus competencias digitales, y permitiéndoles una mayor flexibilidad en la gestión de su tiempo.


Casos de éxito de formación híbrida en enfermería


Para finalizar y reforzar todos estos argumentos, miremos un poco al exterior.

Existen experiencias previas de impartición de los títulos de enfermería en formato híbrido, cabe destacar como referente en este tipo de modalidad de impartición la Universidad de Deakin (Australia), la cual, cuenta con un modelo de impartición de enseñanza híbrido, campus físico y aprendizaje en línea. Entre su oferta académica se encuentran los estudios de Grado en Enfermería (Bachelor's Degree in Nursing), donde combinan el desarrollo de habilidades prácticas presenciales y formación teórica virtual síncrona y asíncrona. Deakin, es considerada hoy por hoy, una de las universidades más dinámicas e innovadoras del país. Times Higher Education la incluyó en su clasificación como una de las 300 mejores universidades del mundo. QS  también incluyó a Deakin en su ranking de las 50 mejores universidades jóvenes del mundo, en el puesto 29.

Otras universidades como la de Chamberlain en Estados Unidos, ofrece la posibilidad de realizar estudios de enfermería de grado y posgrado en formato híbrido. Esta universidad cuenta con numerosos campus disponibles en el territorio norteamericano. Se sitúa entre las 100 mejores universidades en Estados Unidos para llevar a cabo los estudios de enfermería. Phoenix University, es otro ejemplo que ofrece la posibilidad de combinar prácticas presenciales con clases on line síncronas y asíncronas.  Otras ciudades como Edimburgo están sumándose a la oferta de formación de grado en enfermería con un formato que permite aprovechar recursos presenciales y on line.

El reto está en ser capaces de regular la formación enfemera semipresencial y capacitar a los docentes para ello, porque el cambio, por mucha oposición que se ponga, es imparable. Lo importante es garantizar que esa formación cumpla con los requisitos óptimos para una formación de calidad y no en negarse por defecto. Nuestros alumnos están preparados para ello y las aulas vacías nos dicen a gritos que no vamos por el buen camino  y para ello hay que saber adaptarse al cambio.