Acabamos de conocer que la candidatura de Barcelona para albergar la Agencia Europea del Medicamento (EMA) no ha pasado la primera ronda de votaciones. Es una noticia que me entristece porque Barcelona, Cataluña y España constituían una buena propuesta.
Sin embargo, la situación política ha podido pesar en la decisión y lo que es seguro es que las ciudades rivales han utilizado el argumento de la inestabilidad en Cataluña para restar méritos a Barcelona. Es duro, pero es así.
En agosto de 2016 escribí una columna en el diario Ideal de Granada en la que afirmé que no había mayor desatino que pretender que la UE apoye que la Agencia se ubique en un territorio que quiere separarse de España.
Lamento que la realidad política haya pesado tanto aunque valoro positivamente la intención del Gobierno y el apoyo de los grupos parlamentarios apoyando a Barcelona a pesar de los riesgos de perder.
Siempre creí que era mejor apostar por una candidatura segura y había ciudades españolas con las que quizás podíamos haber ganado esta carrera. En concreto mi apuesta era Andalucía: Granada. Pero había también otras que podrían haber tenido opciones.
Ya no cabe lamentarse. A pesar de todo, Barcelona cumplía las condiciones técnicas, sociales y sanitarias. Ha fallado la escasa visión de quienes, con el impulso de procés, han generado un enorme conflicto social que, junto a la salida de empresas, ha perjudicado la apuesta española por la EMA.
Tiempo habrá para sacar conclusiones y pedir responsabilidades. Lo siento por Barcelona, por Cataluña y por España.