Por José Martínez Olmos, portavoz de Sanidad del PSOE en el Congreso
El último presupuesto del Gobierno socialista para el Instituto de Salud Carlos III, el presupuesto de 2011, era el triple que el que acaba de anunciar para el periodo 2013-2016 el actual director del Instituto (Antonio Luis Andreu) en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
Sin embargo, dice este señor que la investigación sanitaria está asegurada y que este recortazo no afectará (a priori) nuestra capacidad investigadora.
Siento que nos quieren tomar el pelo. Y me indigna.
¿Por qué? Porque no se sostiene que con una disminución tan drástica de los presupuestos públicos para la investigación sanitaria, no vaya a afectarse nuestra capacidad investigadora.
Este señor no podría decirnos esto ni a los profesionales sanitarios que viven las dificultades para investigar desde hace dos años, ni a los becarios que han perdido su trabajo, ni a los responsables de política sanitaria de los grupos parlamentarios, mirándonos a los ojos y sin sonrojarse.
Es lamentable. Sobre todo, porque ya llevamos dos presupuestos de Gobierno Rajoy (media legislatura) y los efectos en la investigación sanitaria en España son devastadores.
Talentos que se van fuera del país. Proyectos de calado que no han podido continuar. Investigadores que se han ido al paro.
Esta política, que supone ahorrar no más de 200 millones al año, nos lleva a retroceder décadas y a perder el tren de la innovación y posibilidades de desarrollo económico.
Lo que más me duele e indigna es que quien tiene la responsabilidad de representar a los investigadores sanitarios españoles, el director del Instituto de Salud Carlos III, insulte nuestra inteligencia y la de tantos investigadores queriendo hacernos creer que no pasa nada.
Sinceramente, creo que decisiones de esta naturaleza son imperdonables porque recortar en I+D+i no es ni patriota, ni inteligente. Y además, no arregla nuestra economía.
Sr. Andreu: estar en la dirección de un centro tan importante y estratégico para nuestro país como es el Instituto de Salud Carlos III para deteriorar nuestra capacidad investigadora en materia sanitaria y querer hacernos tragar ruedas de molino no es ni decente, ni aceptable.
Ahora se entiende mejor la razón por la que Joaquín Arenas dejó esta institución. Por dignidad.