A nivel social existe un gran desconocimiento sobre la intersexualidad (no tanto sobre la transexualidad), por lo que vamos a intentar realizar un análisis respetuoso y responsable de la misma.
Para entender estos dos términos, primero debemos diferenciar lo que es el
sexo cromosómico, gonadal y anatómico. El primero viene determinado por los
cromosomas sexuales, se define en el momento de la fecundación y puede ser XX (el cual socialmente se asocia con una interpretación femenina) o XY (socialmente asociado con una interpretación masculina). El sexo gonadal hace referencia a la
presencia de testículos u ovarios (aunque en algunas ocasiones pueden estar presentes ambos), mientras que el sexo anatómico es el
conjunto de características morfológicas, tanto internas como externas, entre los que se encuentran los genitales y los caracteres sexuales secundarios, como el tono de voz, la musculatura, el vello….
Ya desde el desarrollo embrionario, la presencia de un cromosoma Y va a poner en marcha una serie de mecanismos para que se desarrollen a su vez los testículos y los genitales externos masculinos, mientras que en presencia de dos cromosomas X, todos los mecanismos en marcha tienen como finalidad el
desarrollo de los ovarios y los genitales externos femeninos.
Las
personas intersexuales nacen con unas características sexuales (tales como la anatomía sexual, los órganos reproductivos, los patrones hormonales y/o los cromosomas) que no encajan con los conceptos típicos binarios de cuerpos masculinos y femeninos. Se calcula que hasta un 1,7 por ciento de la población nace con características intersexuales.
Desde que empezaron los Juegos Olímpicos este término está en auge debido a lo acontecido con la
boxeadora argelina Imane Khelif, la cual tiene un sexo cromosómico XY con unas características sexuales femeninas. Ya en los Juegos Olímpicos de 2012 y 2016 surgió la polémica con el caso de la atleta
Caster Semenya, también con sexo cromosómico XY y características sexuales femeninas. Las personas intersexuales pueden poseer niveles más elevados de testosterona, una hormona relacionada con el aumento de masa muscular, la fuerza y la resistencia, entre otros. Esto ha planteado
dudas sobre la categoría deportiva en la que deberían ser incluidas las personas intersexuales, así como la necesidad de disminuir los niveles de testosterona para poder competir, sin obtener aún una respuesta.
"El término LGTBIQ+ engloba toda la diversidad de orientaciones sexuales, identidades y expresiones de género que existen hoy en día"
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La transexualidad, en cambio, engloba a aquellas personas que tienen una
identidad de género que no coincide con su sexo asignado al nacer y
pueden querer o no realizar una transición al sexo con el que verdaderamente se identifican.
Si bien es cierto que estos dos términos se parecen bastante en su forma, hemos visto que apenas comparten aspectos en cuanto a su contenido. La sociedad actual, en la cual hay mucha más diversidad sexual y respeto hacia todas las diferentes formas de expresión de la sexualidad y otros estados aceptados dentro de la Medicina, como la transexualidad y la intersexualidad, hacen que dejemos en un segundo plano los binarismos pasados para plantearnos una realidad mucho más enriquecedora, en la que empieza a
plantearse, considerarse y visualizarse la gran diversidad sexual que existe.
Así mismo, también es necesario
plantear nuevos horizontes que nos ayuden a resolver aquellos dilemas que surjan no sólo en el ámbito deportivo, sino también en los aspectos más básicos de la vida cotidiana, y nos permitan incluir y respetar a las personas con todos los tipos de orientaciones e identidades.