La
pandemia global por Covid-19 ha supuesto una sacudida sin precedentes a los sistemas de salud a todos los niveles, también en el ámbito de la Formación Médica Especializada, que desde 2020 se ha visto inmersa en una encrucijada, con desafíos que amenazan la calidad de la atención médica y la formación de
futuros especialistas.
Fruto de esta situación, desde la sección nacional de médicos jóvenes de la
Organización Médica Colegial (OMC) nos hemos puesto a trabajar para buscar soluciones a esta situación que ha dejado huellas significativas en la asignación y toma de posesión de plazas de formación sanitaria especializada,
generando un desfase en el proceso formativo para el año 2024.
Lógicamente, al inicio de la pandemia, la toma de decisiones se veía marcada por la urgencia y la necesidad del momento, lo que conllevó que el aspecto formativo de la formación médica especializada pasara a un segundo plano.
Las condiciones laborales de los médicos residentes se vieron afectadas por esa necesidad imperiosa de ofrecer la mejor atención sanitaria un momento crucial, los programas formativos se enfocaron a atender los aspectos más centrados en una medicina de emergencia. También debido a esa situación, los médicos residentes de ese año, no se pudo producir como habitualmente en el mes de mayo, sino que se retrasó hasta finales de septiembre.
"La respuesta a la falta de RRHH no debe pasar por medidas controvertidas y aisladas como cambios en itinerarios formativos y la finalización prematura de planes formativos"
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Es en este último hecho, el retraso en la incorporación de los médicos residentes, donde nos encontramos con un desafío adicional: la
posible falta de cobertura de ciertas plazas de especialista durante el verano de 2024. Este periodo, crítico en términos de demanda asistencial, se ve amenazado por la no finalización de la residencia de una generación de especialistas en formación.
En este contexto crucial, nos enfrentamos a la posibilidad de una ausencia de garantías en el aprendizaje de los médicos residentes, con un déficit de supervisión y la realización de funciones que puedan exceder su grado de responsabilidad. Todo ello a la vez que la atención a las necesidades de salud de la población se vea desafiadas en un momento de escasez de especialistas y
vacaciones de verano, poniendo en riesgo los estándares de calidad de la atención y formación médica.
La respuesta a la falta de recursos humanos no debe pasar por medidas controvertidas y aisladas como cambios en itinerarios formativos y la
finalización prematura de planes formativos. Estas acciones chocarían frontalmente contras las normativas establecidas en los Reales Decretos 1146/2006 y 183/2008, que garantizan el derecho de los pacientes a que sus médicos especialistas puedan cumplir su programa formativo. Un riesgo al que podrían sumar desigualdades en la formación y el acceso a especialistas en diferentes regiones,
debido a la descentralización de los 17 sistemas sanitarios de nuestro país, un factor que agravaría aún más la situación.
Por ello, desde la sección nacional de médicos jóvenes de la OMC hacemos un llamado a las distintas administraciones en este momento crucial para reflexionar sobre las medidas que deban o puedan generarse y su posible impacto en la formación y atención médica. La calidad del sistema de formación sanitaria especializada debe ser preservada,
aunque ello conlleve adoptar medidas extraordinarias quizá no urgentes, pero sí de manera planificada y anticipada.
Nos enfrentamos a un escenario complejo que demanda una gestión cuidadosa y equitativa. Es imperativo salvaguardar la integridad de la formación médica y la atención sanitaria, buscando soluciones que no comprometan la calidad y seguridad en estos tiempos desafiantes. Una vez más desde la profesión médica tendemos
la mano a las administraciones para reconstruir y salvaguardar uno de los pilares fundamentales del estado español, la sanidad pública.