Hay muchas ocasiones en la vida en que se puede tener la tentación de ligar la consonancia ideológica con el acierto de los responsables políticos más o menos afines para tomar decisiones que inciden sobre problemas importantes que afectan a sectores sociales, en este caso profesionales, con los que nos sentimos especialmente implicados.

En el ámbito explicitado en el título de este artículo no puedo por menos que darme por concernido, aunque sólo fuera por el hecho de haber dedicado una parte significativa de mi trayectoria profesional a reflexionar sobre los elementos conceptuales, formativos y asistenciales que definen, tanto a nivel general como en nuestro contexto específico, la Atención Primaria y Comunitaria (APyC) y la Medicina de Familia y Comunitaria (MFyC).  

Hechas estas consideraciones preliminares no puedo dejar de manifestar mi preocupación y desacuerdo con las decisiones que han tomado recientemente (y las que quedan por venir) nuestros responsables ministeriales en relación a la formación especializada en MFyC y en Medicina de Urgencias y Emergencias (MUE).

No somos pocos los que venimos insistiendo desde hace muchos años en la necesidad de reconsiderar en profundidad algunas de las bases conceptuales, organizativas y del marco laboral del modelo de APyC diseñado en los años 80 del siglo pasado.

Ninguno de los gobiernos españoles, con independencia de su signo ideológico e incluyendo al actual, se ha mostrado dispuesto a abordar el problema con una visión innovadora y global.

No voy a negar las dificultades inherentes a este proceso. pero pienso que esta inhibición ha contribuido de forma clara al agravamiento de la crisis que padecen en España tanto la APyC como la MFyC.

Las políticas de “parcheo”, dirigidas a intentar paliar los problemas más urgentes que van surgiendo, carentes de ambición y visión estratégica, no sirven para introducir los cambios que ambas necesitan, cada vez con mayor urgencia, ante el riesgo creciente de la irreversibilidad de su deterioro.


"Pretender justificar la confluencia de los dos programas, en aras de una supuesta “troncalidad” que afecta de momento a solamente dos especialidades, me parece poco coherente"



En este panorama, no precisamente optimista, la aprobación de la especialidad de MUE no parece haber servido para incentivar que nuestros responsables ministeriales iniciaran un proceso profundo de análisis y reflexión sobre las necesidades estratégicas de los ámbitos respectivos de APyC, MFyC y MUE.

Todo lo contrario. Parece que han priorizado el hecho puramente coyuntural de que una parte significativa de los especialistas de MFyC estén trabajando en los servicios de urgencias, esencialmente por las pésimas condiciones laborales de su ámbito propio, la APyC, para seguir “parcheando” también en el terreno de los programas de formación especializada de MFyC y MUE, creando una mezcla de los dos ámbitos formativos que, en mi opinión, atenta de forma grave, y con consecuencias futuras negativas aún por visualizar, contra la esencia conceptual de ambas.

Pretender justificar la confluencia de los dos programas en aras de una supuesta “troncalidad” que afecta de momento a solamente dos especialidades, tras el desgraciado fracaso del proyecto general de troncalidad formativa diseñado hace 10 años, me parece, como mínimo, poco coherente.

Desde estas líneas insto a los colectivos profesionales implicados y sus organizaciones a que no minimizen el problema y que hagan sentir su voz ante las instituciones y responsables políticos exigiéndoles, una vez más, que aborden de forma correcta y decidida los problemas de fondo de la APyC, la MFyC y la MUE.

La senda emprendida recientemente en relación a su formación especializada no me parece la más acertada ya que, lejos de contribuir a encontrar una salida razonable a la situación, puede añadir nuevos problemas a los ya existentes.