Ismael Sánchez. Madrid
Fuerte comienza el curso la
Sociedad Española de Directivos de la Salud (Sedisa), presentando un ambicioso informe sobre Soluciones para la gestión de la cronicidad y otorgando a esta materia máxima relevancia. “Debería ser cuestión de Estado”, ha proclamado convencido su presidente,
Joaquín Estévez, apuntando de hecho hacia la enorme dimensión de un asunto que deberá propiciar cambios profundos en el sistema sanitario.
Estévez (al fondo) ha presentado el informe sobre cronicidad de Sedisa.
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En todo lo que huela a reforma, ahí está Sedisa. Y la mejora de la gestión de las enfermedades crónicas necesita medidas ambiciosas como la
continuidad asistencial, la implicación de la primaria y el redescubrimiento de la enfermería. Estévez quiere implicar a los directivos de salud en la redefinición del sistema, aportando propuestas en la organización y planificación de los nuevos servicios. Si el modelo, como ya parece estar ocurriendo,
comienza a girar desde lo agudo a lo crónico, los directivos no pueden quedar al margen de este proceso; al contrario, deben hacer lo posible por liderarlo.
Sin embargo, solo con el empeño de los directivos no es posible cambiar el sistema, tampoco para atender la cronicidad. Estévez lo sabe y por eso se ha rodeado de otros agentes que en esta materia también están llamados a desempeñar un papel fundamental. Es el caso del
Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, representado por
Paloma Casado y
Carmen Arias, que han detallado la implicación de las administraciones sanitarias, no sólo la central sino también las autonómicas, en implantar novedosas herramientas de gestión y modelos asistenciales parciales que permitan un mejor abordaje de patologías crónicas.
Los profesionales sanitarios también son importantes en este nuevo escenario y los nefrólogos son un buen ejemplo. La prevención y la detección precoz son las grandes aspiraciones de la
Sociedad Española de Nefrología, cuya presidenta
Mª Dolores del Pino ha explicado los enormes problemas ligados a la insuficiencia renal, una de las patologías crónicas por antonomasia. Así lo ha subrayado
Alejandro Toledo, una de las voces más autorizadas en el ámbito de los pacientes, enfermo en tratamiento de diálisis y posterior trasplante que le ha permitido conocer a fondo lo que supone su enfermedad.
Toledo se ha quejado de que el crónico sea visto como una pesada carga para el sistema, cuando los hay como él, “que no hemos pisado un servicio de urgencias hospitalaria en veinte años”. A su juicio, esto no es solo suerte, sino también la capacidad del paciente de conocer su enfermedad y contribuir a su mejor gestión, aplicando el valor de su experiencia y conocimiento. Sin duda, es un buen momento para aprovechar el bagaje de los enfermos "porque
ahora todo el mundo quiere sentar a un paciente a su mesa. Está por ver el caso que se nos hace”, ha concluido el que fue presidente de la
Federación Nacional de Asociaciones para la Lucha contra las Enfermedades del Riñón (Alcer).
Sedisa también ha convocado a la industria, representada en este caso por
Fresenius, por su especial vínculo con la enfermedad renal.
Hay mucha tarea por delante y la tarea debe de ser, por fuerza, conjunta, capaz de implicar a todos los agentes e interlocutores del sistema. Es cierto que la cronicidad parece haber dejado de ser un concepto teórico y ha comenzado a guiar e inspirar determinadas decisiones sanitarias. Pero todavía queda un largo trecho como para confirmar que se ha convertido en el faro del modelo asistencial del siglo XXI.
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