La Revista

Los profesionales sanitarios se movilizan para acabar con las molestias en los centros hospitalarios

Todo lo que se debe hacer para que el hospital sea un lugar de descanso
Los ruidos nocturnos han crecido de 42 a 60 decibelios en los últimos 50 años


24 jun. 2017 20:00H
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POR VÍCTOR GODED
Un paciente ingresa durante unos días en un hospital para curarse. Aunque el trato recibido es excelente, extraña humanamente su hogar, su gente y su comida. Y lo peor es que apenas puede conciliar el sueño por el ajetreo del centro, el ir y venir de los pacientes, la maquinaria… Cuando le dan el alta, llega a casa y duerme 12 horas seguidas, recuperando todo el sueño perdido.

Esta historia es real. Y seguro que más de un lector se ha sentido identificado de alguna manera. La cuenta para la Revista de Redacción Médica el vicepresidente del Foro Español de Pacientes, José Luis Baquero: “El descanso es fundamental para la recuperación. El ruido, las interrupciones del sueño o las vibraciones de un hospital son antagónicos al tratamiento de un enfermo”. Combatir este problema, que no por olvidado es menor importante, se ha convertido en el objetivo del enfermero Pedro Soriano, responsable de la iniciativa #FFpacientes, que busca facilitar la autonomía de los pacientes a través de las redes sociales: “Uno de los mayores problemas es la rutina hospitalaria”.

José Luis Baquero, vicepresidente del Foro Español de Pacientes

José Luis Baquero, vicepresidente del Foro Español de Pacientes.

En esos hábitos de los profesionales sanitarios se cometen sin querer imprudencias que generan molestias, como el encendido de las luces de una habitación, la reposición a las 3 de la mañana, la toma de constantes o la retirada de la medicación y su almacenamiento junto a la cama. Tampoco se libran de culpa los propios pacientes o los acompañantes: “Por ejemplo las conversaciones por el móvil, aunque sean fuera de la habitación”, apunta Pedro Soriano. A la queja se suma José Ávila, que trabajó durante años en el turno nocturno: “Por la noche se llevan a cabo algunas actividades médicas que es posible trasladar a cualquier otra hora para no interceder en el reposo de quien realmente importa”. Este médico de Atención Primaria reconoce que actualmente también “existe un ruido en las consultas que es muy molesto. A veces, por retrasos, se juntan varias personas en la sala de espera que crean una interferencia continua con sus conversaciones y complican la comunicación entre médico y paciente. He tenido que salir para pedir silencio, porque en ocasiones impide hasta pensar y trabajar”. “Las salas de espera son salas de espera, ojalá sean salas de estar, pero nunca salas de juegos al lado de una habitación”, apostilla José Luis Baquero. Estas incomodidades se unen a lo que es inevitable por la propia naturaleza de los centros hospitalarios y su equipamiento técnico, cuyas alarmas resultan vitales para llamar la atención de los sanitarios.

El ruido es el principal ‘caballo de batalla’ en busca del descanso. La contaminación acústica no ha dejado de crecer en los hospitales de todo el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los decibelios, la unidad de medida del sonido, han aumentado de 57 a 72 desde 1960 y los ruidos nocturnos han crecido de 42 a 60 en los últimos 50 años.

El perjudicado, obviamente, es el paciente. Y aunque los más vulnerables sean enfermos crónicos y ancianos, no existe la impunidad de sufrir unas consecuencias innecesarias: “Nadie va al hospital porque quiera, sino porque tiene un problema de salud importante. Alterar el sueño afecta el estado psicológico, sobre todo cuando estás en una situación tan vulnerable. Es evidente que las molestias ocasionadas aumentan el estrés, lo que puede derivar en trastornos cardiovasculares por la hipertensión arterial. Además, se retrasa la curación y, al no encontrar esa paz necesaria, el dolor se puede incrementar. Para nosotros, los enfermeros, es importante controlarlo”, señala Pedro Soriano. De hecho, José Luis Baquero asegura que “hay estudios que demuestran que la recuperación se ralentiza en un entorno hostil. Y si ya de por sí un ingreso hospitalario es ajeno para el paciente, las incomodidades hacen ese ambiente aún más adverso”.

LOS PROFESIONALES SE MOVILIZAN

La situación, que por momentos parecía insostenible, unió a varios profesionales de la salud para crear conciencia a todos los agentes implicados. Con esta premisa surgió SueñOn, “un proyecto impulsado por enfermeras y dirigida a toda la sociedad (profesionales de salud, gestores, pacientes) con el fin de promover el descanso de las personas hospitalizadas”, tal y como explican en su página web. Para la tarea también contribuyó la mencionada  #FFpacientes, que consiguió que el hashtag #sanidadSINruido tuviera repercusión no solo en internet, sino también en los medios de comunicación tradicionales, llegando a todo tipo de público.  

Pedro Soriano, enfermero impulsor de #FFpacientes

Las quejas tienen sentido cuando se proponen soluciones. Y ahí está el fuerte de esta movilización interna: “Tiene que ir en cascada para que impregne a todos los estamentos”, afirma rotundo José Luis Baquero. “El punto de partida es educar a los profesionales del área para que lo apliquen en sus costumbres diarias y, al mismo tiempo, se conviertan en coaches de los usuarios. Y estos, al mismo tiempo, tendrán que transmitir dicha responsabilidad a los acompañantes. Un efecto dominó que no necesitaría ningún tipo de inversión”. Pedro Soriano  indaga en ese punto: “Se pueden adoptar medidas con un coste cero, como por ejemplo mailings a todos los trabajadores sobre cómo ocasionar menos daños a los pacientes”. El primer paso, eso sí, “reside en hacer un escaneo de nuestros hospitales, ver dónde falla y tomar medidas para atajar las mayores molestias. Por ejemplo, tenemos que evaluar el ruido que ocasionamos, que es fácilmente medible. También podrían cambiarse los carteles de las paredes, que ya están desgastados, y hacer campañas más acordes a los tiempos que corren para llegar más eficazmente al receptor del mensaje”.

DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA

En algunos casos, el debate se ha trasladado a la acción: “Yo he visto, por ejemplo, que cada vez se utilizan más las luces de baja intensidad de la cabecera de la camilla de los pacientes en lugar de la general del techo. Así no molestas al compañero que está compartiendo habitación”, recalca José Ávila. En ese momento, Pedro Soriano nos recuerda con orgullo que su lugar de trabajo también se están dando pasos agigantados: “En el hospital Clínico San Carlos creamos una comisión contra el ruido, en el que participan limpiadores, celadores, médicos, enfermeros…. Gracias a ellos se llevaron a cabo modificaciones, como el cambio de reposición en las máquinas expendedoras o de horarios de entrada y salida, sustitución de las ruedas de las maquinarias que tienen menos sonoridad, el uso del tubo mecánico solo en momentos estrictamente necesarios…”.
Todas estas mejoras, eso sí, tienen que tener una continuidad y no quedarse en el limbo. Una cuestión que no se le escapa al vicepresidente del Foro Español de Pacientes, quien aboga por “realizar cada cierto tiempo inspecciones de humanización en cuanto a ruidos, vibraciones, luces… organizado por un organismo independiente, en el que incluso deberían intervenir las asociaciones de pacientes como observadoras. Asimismo, es necesario incluir encuestas de satisfacción del servicio recibido que contemplen y valoren estos aspectos”.

En definitiva, “un hospital nunca va a ser un sitio libre de ruido porque hay algunos que son inevitables”, recuerda José Ávila, “pero en nuestro mano está que sean un lugar mejor”. “Es un compromiso de todos, tanto sanitarios como pacientes”, apostilla José Luis Baquero.
UN PEQUEÑO GESTO, UN GRAN CAMBIO
Según explican desde SueñOn, existen estudios que confirman que entre los factores que alteran el sueño de los pacientes ingresados en un hospital está el despertarse y acostarse más temprano de lo habitual y las interrupciones nocturnas. Dichas interrupciones suelen ser debidas a la luz excesiva, las rutinas y cuidados de enfermería, al paciente o al compañero de habitación, al ruido en la unidad de hospitalización, a que la cama no sea cómoda y la temperatura de la habitación sea la adecuada y finalmente, el dolor, la fatiga, el miedo o la preocupación. A todo esto, se añaden las siestas diurnas propiciadas por el tiempo que deben que permanecer en la cama o sentados sin mayor distracción.


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