Ana Chuchón es R2 de Medicina Familiar y Comunitaria en Ávila.
“Cuando te vas a una ciudad que no es la tuya a hacer la residencia asumes todas las
responsabilidades del
médico y del
adulto a la vez”. Eso es lo que sintió
Ana Chuchón cuando dejó la casa de sus padres, en Madrid, para hacer el
MIR de
Medicina Familiar y Comunitaria en
Ávila.
“Siempre he vivido en
Madrid, hice Medicina en la
Universidad Complutense y mi familia está allí. Confiaba en poder quedarme para hacer la residencia porque con mi
número podría haber escogido tranquilamente Familia en Madrid en la convocatoria anterior, pero cuando me tocó elegir
plaza ya no quedaban vacantes”.
Antes de convertirse en
residente, Ana vivía con sus
padres y con sus hermanos, y llevaba la típica vida del estudiante: “Iba a la facultad, a la biblioteca… y cuando llegaba a casa, todo estaba hecho. Después de hacer el MIR y decidir
independizarme, se abrió otro mundo: tenía que organizarme, cumplir con mi horario laboral y con mis quehaceres cotidianos, pagar los recibos… Fue un gran cambio. Al principio cuesta un poco, pero después te alegras al darte cuenta de que eres capaz de
sobrevivir”.
Ana dejó por primera vez a su familia para
mudarse a Ávila, aprender a defenderse sola y canalizar su vida
personal y profesional. Reconoce que, para ella, independizarse y los primeros meses como MIR fueron dos experiencias igual de duras: “Llegaba cansada de las
guardias, tenía que hacerme las cosas… pero estaba ilusionada y me sentía respaldada por los
tutores y los
adjuntos. Extrañaba a mi familia, pero tenerles a solo una hora de viaje hace que pueda visitarles con frecuencia y soy feliz por ello”.
LOS RESIDENTES DE ÁVILA
Optó por hacer la especialidad en Ávila porque tiene muy buenas conexiones con Madrid y porque algunos
residentes mayores de Medicina Familiar le aconsejaron que era mejor hacer la residencia en un
hospital pequeño o mediano: “Nosotros
rotamos por diferentes servicios y en los hospitales grandes cada especialidad tiene sus propios residentes, además de los de otras especialidades que van rotando. Eso dificulta mucho la
docencia. Sin embargo, en Ávila solo hay nueve residentes de Familia por año, uno de
Interna y uno de
Psiquiatría, no hay de otras especialidades. Los adjuntos están muy contentos de tener residentes y te acogen con mucho cariño. Las
tutorías son prácticamente personalizadas porque somos pocos y cada vez te dan más responsabilidad”.
EN UN CENTRO DOCENTE PEQUEÑO TAMBIÉN SE INVESTIGA
“Quienes estén preparando el MIR y crean que en un centro docente pequeño, como el de Ávila, no se puede hacer investigación se equivocan”. Ana Chuchón afirma que, desde que llegó a la ciudad castellanoleonesa, su tutora la animó a investigar y a presentar casos clínicos y comunicaciones en congresos. También los centros de salud están muy implicados en la investigación e involucran a los residentes en sus proyectos: “Nos animan mucho a publicar, a implicarnos y a ser activos. Considero que la residencia es una etapa fundamental para convertirte en un profesional de éxito. Hay que invertir muchas horas de estudio e investigación si quieres ser realmente bueno en tu ámbito y ese trabajo personal es el que te abre muchas puertas en el futuro. Cundo publicas y vas a congresos te das a conocer, y eso es muy distinto a hacer la residencia y limitarse a cumplir. Tienes que adquirir competencias para ofrecer calidad asistencial, pero también es fundamental investigar, ya que te da información de lo que sucede en nuestra población”.
Ana explica que el
Complejo Asistencial de Ávila cuenta con dos hospitales:
Nuestra Señora de Sonsoles y el
Provincial. Los residentes de Familia hacen la rotación por especialidades en ambos y se distribuyen entre los cuatro centros de salud de la ciudad. Las
guardias de Urgencias las hacen en Nuestra Señora de Sonsoles y en el
Servicio de Urgencias de Atención Primaria (SUAP). “Los tutores nos apoyan muchísimo. En comparación con compañeros que están en Madrid, en hospitales grandes, y que describen sus guardias como
horribles y agobiantes, yo nunca me he sentido sola. Aquí los adjuntos siempre están pendientes”, detalla la R2.
Desde el principio, el
residente de Medicina Familiar tiene que hacer la anamnesis, la exploración, solicitar las pruebas clínicas y emitir un diagnóstico, pero el adjunto supervisa todo el proceso, orienta al MIR y corrige los posibles errores: “Te hacen sentir muy cómoda, nunca he salido
desesperada de las guardias. Es cierto que no es el volumen asistencial de un hospital grande de Madrid, pero aquí también hay
muchísimo trabajo. Ávila tiene de todo, no solo población mayor. Tenía miedo de perderme patología infantil y del adolescente, pero no, hay casos muy variopintos”.
Los duros
inviernos de Ávila añaden diversidad a la práctica clínica de Ana: “La
nieve es muy bonita, pero se nota en Urgencias, sobre todo ahora que, como R2, he dejado la consulta general para pasar a
Traumatología. Así que, basándome en mi experiencia, puedo afirmar que la nieve causa muchos estragos”.
POR QUÉ ELEGIR FAMILIA
“A pesar de la sobrecarga asistencial, el trato cercano con el paciente es muy gratificante”
|
Durante la carrera, Ana disfrutaba con todas las especialidades y no era capaz de decidirse entre una u otra claramente. Así que se decantó por
Medicina Familiar y Comunitaria porque “maneja todos los sistemas del cuerpo en su conjunto”.
“También me gustaba el ambiente tranquilo de la
Atención Primaria. A pesar de la
sobrecarga asistencial, porque se ve un promedio de
40 pacientes al día, el trato mucho más cercano con el paciente recompensa el trabajo diario. Que te consideren su médico y que acudan a ti para contarte sus inquietudes es muy
gratificante”, destaca.
Además, eligió la especialidad porque considera que tiene
mucha salida laboral: Atención Primaria, Urgencias, ámbito privado, cuidados paliativos, Medicina rural… “Pero el éxito de cada uno depende del esfuerzo individual. Nunca se deja de aprender”, señala.
NO ESTÁS SOLA
Cuando escogió la plaza, su idea era ir a Ávila y volver a Madrid todos los días para no separarse de su familia. Pero, antes de comenzar la residencia, Ana se puso en contacto con el
jefe de Formación de Ávila: “Me dio toda la información que necesitaba y me puso en contacto con residentes mayores para que me contaran diferentes puntos de vista”. Finalmente, decidió
mudarse a la ciudad castellanoleonesa porque se dio cuenta de que era más cómodo vivir allí: “Los
alquileres están muy bien, todo es más barato, e iba a ahorrar muchísimo tiempo y a estar
más descansada para estudiar e investigar”.
Ana comenta que, aunque antes viviera en Madrid, su estilo de vida era muy tranquilo y no le ha costado mucho acostumbrarse a vivir en Ávila. Además, todos los residentes de su año son de fuera y tienen muy buen
ambiente. Pero, para desconectar totalmente del ambiente médico, estudia francés en la
Escuela Oficial de Idiomas, donde también ha hecho amigos.
Cuando acabe la residencia, no descarta nada: “Me gusta la vida aquí y me da mucha seguridad saber que las
promociones anteriores tienen trabajo. Si me ofrecen un
contrato al finalizar mi residencia aceptaría sin dudar, ya que me gustan mucho todos los ámbitos de mi especialidad. Pero, si tengo que
opositar para volver con mi familia, también lo haría”.
Las informaciones publicadas en Redacción Médica contienen afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios. No obstante, ante cualquier duda relacionada con su salud, consulte con su especialista sanitario correspondiente.