Luis Rodríguez Padial, presidente del Colegio de Médicos de Toledo.
Aunque ha pasado casi dos décadas en Toledo y lleva una vida aparentemente rutinaria que incluye jornadas de trabajo maratonianas, Luis Rodríguez Padial, cardiólogo y presidente del Colegio de Médicos de Toledo, antes de asentarse en la ciudad imperial, recorrió toda España y parte del extranjero –como se suele decir–, para crecer a nivel personal y profesional. Entre sus logros personales, cita la reconstruida sede. Confiesa que apenas dispone de tiempo libre, pero cuando lo tiene, le gusta ocuparlo en cosas sencillas. Y es que, a veces, no hay mayor placer que una cerveza en la Plaza de Zocodover.
La vocación por la Medicina, ¿le viene de familia?
Pues la verdad es que soy el único médico. Mi padre era guardia civil. En el bachillerato hice Matemáticas, Física… me gustaban más las ciencias exactas, aunque no despreciaba la Filosofía. Pero me dieron una beca para Medicina. Empecé, y me enamoré de esta profesión.
Imagino que tendría un currículum excelente
Bueno, tampoco diría excelente, pero, sí, siempre procuré tener buenas notas. El año que entré, 1974, fue el primero en el que hubo que hacer examen para acceder a Medicina.
Estudió en Granada.
Sí, estudié la carrera allí, y después del MIR hice la especialidad en Madrid. Empecé en el Ramón y Cajal en 1981. Creo que fue justo cuando lo ampliaron a cinco años.
Veo que le han pillado varios momentos de transición.
Efectivamente. Me cogió todo. También soy de los que ha hecho la reválida de sexto.
Tiene consulta en el Hospital de Toledo, una consulta privada, ejerce como vicepresidente en la Sociedad Científica de Cardiología y preside el Colegio de Toledo. ¿Le queda algo de tiempo libre?
Eso quisiera. Mi mujer dice que no, que no tengo. La verdad es que me levanto todos los días a las seis menos cinco de la mañana.
El presidente de los médicos toledanos duerme una media de cinco horas diarias.
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¿Cuántas horas duerme?
Cinco, seis. Me levanto y me voy andando al hospital, que está a veinte minutos. Es casi el único ejercicio que hago.
¿De dónde saca la energía para dormir tan poco?
La misma profesión te reconforta. Interaccionas con los enfermos, te ríes con ellos, les preguntas… Yo estoy cada vez más contento de mi profesión.
¿Qué es lo más duro de ser médico?
La frustración de que haya pacientes a los que no puedes ayudar. Estar toda una noche luchando por un paciente y que, al llegar la mañana, fallezca. Por suerte son muchos más los que viven, pero con relativa frecuencia te encuentras con otros a los que no puedes ayudar. Y, evidentemente, hay que decirles la verdad. Pero mi experiencia es que hay pacientes que quieren que se les diga más directamente y otros que se lo digas menos. Los años y el trato te van diciendo cómo comunicar mejor. Pero, insisto, esos casos son los menos. Hay especialidades mucho más duras, como Cuidados Paliativos, que es para auténticos héroes.
Estuvo un año en Estados Unidos, ¿Cree que es importante para la formación de un médico salir al extranjero?
Creo que sí. Yo tuve la suerte de recibir una beca y estuve en Boston cuando estaba allí Valentín Fuster como jefe de servicio. Renuncié a una dirección médica en Granada porque ir a EE.UU. me parecía una oportunidad única.
Padial con varios colegiados durante el torneo de golf que organiza anualmente el Colegio.
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¿Qué podemos aprender de EEUU?
Tenemos una idea muy negativa de los norteamericanos. Yo la tengo positiva. Conmigo se portaron muy bien. Es verdad que tienen esa mentalidad de “ganador y perdedor”, así que es mejor que no te pongan el sello de perdedor; pero valoran mucho el trabajo. Si ven que trabajas, que echas horas, lo respetan mucho. Por otro lado, solemos presumir de tener la mejor sanidad del mundo y criticar el modelo de EEUU -y es verdad que en algunos estados no es universal-, pero en muchos aspectos, es un espejo en el que nos deberíamos mirar.
¿A qué aspectos se refiere?
Decía Jordi Soler, del Vall d’Hebron, que es uno de los mejores jefes de servicio que hemos tenido en este país, que los médicos tenemos la culpa de los recortes, porque no paramos de decir que España tiene el mejor sistema sanitario del mundo, y los políticos entonces piensan: “pues de aquí podemos recortar, que no se va a notar mucho”.
¿Y no es el mejor?
No. No es el mejor. Puede que sea de los mejores, pero no podremos mantener una sanidad a un nivel europeo gastando lo que ahora de porcentaje del PIB. No hablo de gastar el 16 por ciento, como Estados Unidos; pero tampoco del cinco y pico. Denostamos mucho el PIB que gasta Estados Unidos en sanidad, y todo el mundo lo pone como mal ejemplo, pero no hablan del retorno que recibe Estados Unidos de toda esa inversión. Las patentes de fármacos que consiguen, por ejemplo.
Rodríguez Padial, junto con su mujer, durante un viaje a Grecia.
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A Estados Unidos fue con su familia, ¿no?
La verdad es que nos lanzamos un poco a la aventura. Mi hijo Luis tenía tres o cuatro años y mi hija, que ahora vive en Londres, tenía nueve. Mi esposa casi no hablaba inglés. Supuso una adaptación al llegar allí y regresar después a España, otra. Me propusieron quedarme allí y, si hubiera querido, me habrían ayudado con los trámites. Pero dije que no. Yo tenía mi plaza aquí y nos apetecía volver a España. Es algo que los americanos no entendían.
¿Ha seguido alguno de sus hijos los pasos de su padre, como médico?
No, ninguno de los dos. Los dos han escogieron carreras económicas. Mi hija estuvo pensando en hacer Medicina, pero cambió de opinión. Hizo Economía y Derecho. Ahora está dedicada al marketing en Londres, en Springer, una editorial médica y científica.
¿Y le preocupa cómo le pueda afectar el ‘Brexit’?
Mi hija y mi yerno lo ven con cierta preocupación, lógicamente. Pero si se vuelven para España y yo puedo verlos a ellos y a mi nieto más a menudo, no voy a llorar mucho.
¿Cómo conoció a su mujer?
Ella es de Salobreña. Estuve viviendo allí un tiempo, y ya la conocía de vista. Después me fui a estudiar a Granada, pero seguía yendo los veranos a trabajar a Salobreña, poniendo helados. Allí coincidimos.
en corto
Libro de cabecera
Leí hace poco ‘El héroe discreto’, de Mario Vargas Llosa.
Película favorita
Me viene a la cabeza 'Gran Torino', de Clint Eastwood.
Canción preferida
‘Resistiré’, del Dúo Dinámico. Se la ponía a mi hija.
Ciudad para vivir
Toledo.
Ciudad para viajar
París.
Un objeto imprescindible
La radio.
Un personaje de su vida
Aparte de mi familia, Valentín Fuster.
Un personaje histórico
Isabel la Católica.
Un equipo de fútbol
Real Madrid, aunque no soy muy futbolero.
Lema
Procurar hacer las cosas bien y resistir, que la vida es dura.
¿Qué hace feliz?
Levantarme por la mañana vivo y sano, con la oportunidad de seguir haciendo cosas.
¿En cuántos lugares ha vivido?
Hace años leí una entrevista de Mario Vargas Llosa en el que decía que había vivido en 24 casas. Entonces no, pero ya le gano. Creo que he vivido en 26 o 27 casas.
¿En cuántas ciudades?
Pues no lo sé. A ver. Rus, después Almayate, hice la comunión en Marbella, Cuevas Bajas, Gaucín, Salobreña y Santa Fe, todo esto en Andalucía. Luego estudié en Granada, pero cambiaba de piso cada año. Después, Madrid, primero de alquiler y después en un pequeño piso. Más tarde Murcia y finalmente saqué la plaza en Toledo, pero volví a Granada, además del tiempo que estuve en Boston. En Toledo he vivido en cuatro o cinco casas.
Son doce ciudades. ¿Le quedan ganas de hacer turismo después de tantos tumbos?
Mi familia y yo estamos maquinando a ver qué hacemos el año que viene, que cumplo sesenta años, para ir todos juntos. Hace pocos años estuvimos toda la familia y unos amigos en Grecia. Pero lo cierto es que entre viajes, congresos, charlas y demás, viajo más de lo que querría. Cuando por fin tengo un fin de semana libre, me apetece estar en casa, meditando o leyendo. O pasear por Toledo con mi mujer.
Toledo es una buena ciudad para pasear
He empezado a leerme un libro de un periodista amigo mío, ‘Paseos literarios por Toledo’. Te da otra perspectiva cuando das un paseo o te tomas una cerveza en Zocodover, la típica plaza de Toledo. Pensar en todos los personajes del Siglo de Oro que han estado física y ficticiamente en Toledo te hace verlo de otra forma.
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