Una de las cosas más paradójicas del
Premio Nobel de Medicina es que sus ganadores suelen ser biólogos y químicos, pero no médicos. No se trata de algo absurdo, sino que tiene su sentido:
el galardón reconoce por lo general a la investigación básica, esa que dirige a grandes avances en la comprensión y tratamiento del cuerpo humano, sus enfermedades y los tratamientos de estas. En este sentido, dos de los últimos premios tienen una vital importancia en la práctica clínica: la
inmunoterapia del cáncer y fue reconocida en 2018 y el
virus de la hepatitis C acaba de hacerlo. Pero con este último premio regresa al palmarés un titulado en Medicina. Se trata de
Harvey J. Alter, jefe de Enfermedades Infecciosas y director de Investigación del departamento de Medicina Transfusional del Warren Grant Magnuson Clinical Center, en Maryland (EEUU). Hay que remontarse hasta 2008, algo más de diez años atrás, para encontrar a los anteriores médicos premiados:
Luc Montagnier y
Harald zur Hausen. Este último, además, tuvo cierta experiencia en la práctica clínica antes de dedicarse de lleno a la investigación…
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