Las “barbaridades contra la salud” de Pàmies escapan del radar médico

La celebración el próximo día 22 de septiembre de un acto del polémico divulgador pseudocientífico Josep Pàmies en el Colegio de Arquitectos de Barcelona, en el que se difundirán ideas como que las enfermedades crónicas son poco menos que un complot de las farmacéuticas, ha activado todas las alertas en la profesión médica. Varios colegiados han reclamado una acción decidida a las autoridades profesionales, que, sin embargo, se declaran sin margen de actuación para evitar que la conferencia tenga lugar.

Desde la Organización Médica Colegial (OMC) su presidente, Serafín Romero, asegura haber “tomado nota” del asunto, que ya “está en manos del Observatorio de la Organización. La “primera medida”, ha asegurado en un mensaje en la red social Twitter, ha sido ponerse en comunicación con el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona (COMB) y con el Colegio de Arquitectos, que presta su sede a este acto.

Fuentes de la profesión médica catalana se muestran preocupados por el hecho de que las “barbaridades” de Pàmies puedan tener un barniz de “oficialidad”, al tener lugar en la mencionada institución. Estas mismas fuentes califican de “peligro para la salud pública” las ideas que difunde este "charlatán", pero ven escaso margen para tomar una acción contundente. Por un lado, “este señor no es médico”, por lo que escapa a toda acción disciplinaria; por otro, “existe algo llamado libertad de expresión” y, finalmente, “no se le quiere hacer propaganda”.

El COMB se ha enterado del asunto este mismo miércoles por la mañana, por los medios de comunicación y por “comunicación informal” desde la OMC, detallan desde el ámbito profesional. Al mismo tiempo explican que aún se está valorando si se toma alguna acción, dentro de las limitaciones mencionadas. Cabe recordar que el de Barcelona es uno de los pocos colegios médicos de España que mantienen una sección de Médicos Homeópatas, algo que explican no como una validación de las llamadas terapias naturales, sino como una forma de vigilar una realidad existente y controlar que su uso siempre sea “complementario”.