Salud y cuidados
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11 abr. 2013 12:08H
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Por Víctor Aznar, presidente del Sindicato de Enfermería (Satse)

Cada vez son más los titulares en prensa que nos informan de un creciente número de españoles que se ven obligados a emigrar a otros países en busca de un futuro laboral.

El colectivo enfermero no es ajeno a esta situación y miles  de profesionales han hecho las maletas en los últimos meses en busca de una estabilidad laboral que su país no le ofrece. 

Son muy conscientes de la cruda realidad que vive, en estos momentos, nuestra profesión. Un paro que ha crecido  en más de un 300 por ciento en los dos últimos años, despidos, no renovaciones ni apenas sustituciones… Además, el poco empleo que encuentran es en condiciones muy precarias.

Mientras que en España no se les ofrecen soluciones, otros países de nuestro entorno acogen con los brazos abiertos a nuestros profesionales enfermeros. ¿Por qué?, sencillamente porque sus respectivos sistemas sanitarios van a beneficiarse de un personal con una preparación y formación excelente.

Países como Alemania, Gran Bretaña, Holanda, o Francia, entre otros, se “frotan las manos” al conseguir una mano de obra muy cualificada y comprometida.

Se da la lamentable circunstancia, además, de que estos países cuentan con una proporción de enfermeras por 1.000 habitantes que duplica e incluso triplica a la de España. Es decir, un país con muchos menos profesionales en activo que ellos les está suministrando los recursos humanos adecuados para aumentar y mejorar sus plantillas.

Esta es la realidad y no vale solo con denunciarla. Hay que proponer y desarrollar alternativas mientras dure la actual situación que ayuden al colectivo enfermero español y, por ende, a nuestro sistema sanitario.

Por eso, desde el Sindicato de Enfermería, y ateniéndonos a principios que recoge la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, como son el de solidaridad y reciprocidad, proponemos que se estudien nuevos mecanismos que reconozcan el esfuerzo que hacen unos países y que benefician a otros.

En concreto, nos parece muy oportuno que se articule, en los órganos correspondientes, la creación de un Fondo a nivel europeo que compense económicamente a aquellos países que proporcionan al resto profesionales con una formación rigurosamente reconocida.

Una partida económica que el país receptor debería destinar inexcusablemente a poner en marcha estrategias y políticas concretas de incentivación y fomento del empleo que, en el caso de Enfermería, podrían orientarse a nuevos ámbitos de actuación profesional.

No es la solución, sin duda, pero podría ser una ayuda que paliase en parte el drama personal de muchos profesionales abocados, si las cosas no cambian,  a dejar atrás a la familia, un hogar y sus raíces.


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